Anoche compartí un tiempo de meditación con un grupo de Hakuna seniors en la parroquia Santa María Magdalena de Madrid. Fue todo un poco a la carrera, pero agradecí la invitación. Me gusta conocer de cerca las muchas experiencias que están enriqueciendo a la Iglesia de nuestro tiempo. Si nos fijamos solo en los escándalos, la imagen que aparece es detestable. No deberíamos sorprendernos. Jesús ya nos advirtió que “es inevitable que haya escándalos (tropiezos)” (Lc 17,1). Tenemos que estar preparados para lidiar siempre con la cara oscura.
Pero, cuando abrimos los ojos, vemos que hay muchos más testimonios que escándalos, más luz que oscuridad, más creatividad que rutina, más entrega que indiferencia. Lo que ocurre es que los escándalos hacen mucho ruido (mediático), mientras que la vida auténtica suele discurrir con discreción y sobriedad. A veces, igual que sucede con las setas en otoño, hay que buscar estos signos nuevos bajo el ramaje de la cotidianidad.
Otro hecho que me llamó la atención se produjo el pasado miércoles cuando presentamos en el salón de actos del Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) el libro Contra viento y marea, escrito por el laico Jesús Torres López. El espacio se nos quedó pequeño para albergar a las más de 200 personas que acudieron. Cuando he asistido en otros lugares a la presentación de libros, incluso de autores reconocidos, no solemos pasar de 20 o 30 personas. No hace mucho asistí a una presentación en la que solo estábamos cuatro.
El libro en cuestión, escrito por un sociólogo laico ya entrado en años, estudia el movimiento congregacional femenino en España (1788-1930). En ese período, en el que la mujer estaba arrinconada social y eclesialmente, se fundaron 95 congregaciones femeninas. Existió un verdadero feminismo cristiano que ha sido invisibilizado por los historiadores y que conviene sacar a la luz. Si a principios del siglo XIX, el 75% de las personas consagradas eran varones y solo el 25% mujeres, un siglo después se invirtieron los porcentajes. Hoy, la vida consagrada tiene un rostro preponderantemente femenino. De hecho, eran mayoría las religiosas que llenaron el salón. Todos acabamos satisfechos. El autor no dio abasto para firmar los muchos libros que le presentaron antes y después del acto.
Tendremos la oportunidad, no solo de conocer los entresijos del libro, sino de poder conversar con el padre Heriberto y de descubrir que en el inabarcable océano digital hay también muchas propuestas luminosas que contrastan con las islas oscuras. Aunque más adelante ofreceré otros detalles, me parecía que era importante anunciar con tiempo la fecha, el lugar y la hora. Os esperamos.
Signos de luz… Sí, si buscamos, en medio de la oscuridad, encontramos estos “signos de luz”. Nos llegan desde diversas direcciones y muchas veces cuando menos los esperamos. Hay momentos que los tenemos cercanos y fáciles de encontrar y otras veces lejanos y tenemos que estar alerta, con todos los sentidos, para poderlos divisar. Necesitamos apertura de mente y de corazón.
ResponderEliminarGracias Gonzalo… tu, a través del Blog, nos vas ofreciendo muchos “signos de luz”.
A mi modo de ver, hay muchos signos de luz ocultos, generando vida y esperanza; personas que viven el momento de Dios y que no gastan el tiempo emitiendo juicios, gente que sabe mirar con verdad sin protagonismo. Ellos y ellas son Iglesia viva.
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