Aprender de un verdadero líder

No sé cuántas veces he venido a Vic a lo largo de mi vida misionera. Desde 1849, en esta ciudad catalana se encuentra la casa madre de los Misioneros Claretianos. Y desde 1897 se conservan aquí los restos de san Antonio María Claret. Él no murió en Vic, sino en el monasterio cisterciense de Fontfroide, en el sur de Francia, pero, al cabo de 27 años, sus restos fueron trasladados a esta antigua y hermosa ciudad. A los cien años de su muerte, en 1970, fue inaugurado el templo que hoy alberga su sepulcro. Además de este templo y de la casa madre, los claretianos tenemos también aquí el Centro de Espiritualidad Claretiana, el Casal Claret (un centro de acogida e integración de inmigrantes) y una casa de espiritualidad. 

Por todos estos motivos, es normal que aquí se organicen encuentros internacionales de todo tipo: ejercicios espirituales, retiros, capítulos, cursos, talleres y seminarios. La casa dispone de 50 habitaciones. Tiene todo aquello que se necesita para grupos numerosos. Nosotros somos solo 20, así que todo nos queda un poco grande, pero la ventaja es que podemos movernos con mucha libertad.

Pasar dos semanas junto al sepulcro de alguien que fue un verdadero líder nos ayuda a saber cómo ser líderes en tiempos convulsos o en tiempos VICA, como algunos sociólogos califican los tiempos actuales. VICA es un acrónimo que agrupa cuatro características de nuestro tiempo: Volatilidad (V), Incertidumbre (I), Complejidad (C), Ambigüedad (A). Precisamente porque vivimos tiempos VICA es necesario que haya líderes VICA que nos ayuden a caminar sin perdernos. Hay un liderazgo VICA que se caracteriza por la Visión (V), la Innovación (I), la Claridad (C) y la Adaptabilidad (A). 

Sin forzar las cosas, ayer descubrimos que san Antonio María Claret fue un hombre con gran visión porque supo leer los “signos de los tiempos” desde la luz de la Palabra de Dios. Fue asimismo un hombre con una extraordinaria capacidad de innovación y de creatividad pastoral. A lo largo de su vida misionera y pastoral fue capaz de ir alumbrando iniciativas que respondían a las necesidades que iba descubriendo. Su anclaje en Dios le permitió ver con claridad los caminos de la gracia en medio de tiempos muy confusos. Y, por último, sin ceder en los principios, se fue adaptando a las diferentes circunstancias en las que le tocó vivir.

Todos nosotros (padres de familia, sacerdotes, consagrados, profesionales de diverso tipo) podemos ser hombres y mujeres VICA. Todos, en mayor o menor grado, vivimos en un contexto cultural caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Por eso necesitamos cultivar una espiritualidad que nos ayude a tener visión, a innovar, a buscar claridad y a adaptarnos a los cambios sin perder nunca nuestras referencias cristianas básicas. 

El taller que estamos desarrollando tiene como objetivo adiestrarnos en la práctica de estas capacidades para poder acompañar a otros en su camino de crecimiento personal. Es un privilegio poder dedicar dos semanas a esta reflexión con personas que tienen sensibilidad, experiencia y deseos de cambio. Todos aprendemos de todos porque la principal fuente de trabajo proviene de nuestras experiencias. Los participantes tienen diversas experiencias de liderazgo. Ninguno parte de cero. ¡Ojalá la cercanía a los restos de san Antonio María Claret nos permita sintonizar con su espíritu!

Casa de Espiritualidad Padre Claret