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sábado, 29 de abril de 2023

Ponte en camino


Mañana se celebra la 60 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Con ese motivo, el papa Francisco, como es habitual, nos ha dirigido un mensaje que este año lleva por título Vocación: gracia y misión. Al comienzo, él mismo explica su sentido: “Es una ocasión preciosa para redescubrir con asombro que la llamada del Señor es gracia, es un don gratuito y, al mismo tiempo, es un compromiso a ponerse en camino, a salir, para llevar el Evangelio”. Esta invitación del Papa a ponernos en camino ha sido aprovechada por la Conferencia Episcopal Española que ha elegido como lema de la campaña vocacional de este año: “Ponte en camino. No esperes más”

Con estas dos referencias en mi mente (la del Papa Francisco y la de la CEE), me he puesto esta mañana en camino hacia el Seminario Diocesano de Madrid. Eran las 7,15. Por Paseo Rosales, Plaza de España y Plaza de Oriente he visto solo unas pocas personas que hacían deporte. Nada que ver con el gentío que vi ayer por la tarde. Con el fresco de la mañana, daba gusto pasear por esos hermosos lugares sin el agobio de la masa y con la belleza de los árboles y arbustos en plena floración. Tampoco me hubiera importado haber estado anoche en el Estadi Olímpic de Barcelona participando, junto a otras 60.000 personas, en el colosal concierto que dio mi admirado Bruce Springsteen, pero no tengo el don de la bilocación ni tampoco una billetera abultada. 

Uno de los grupos de seminaristas de Madrid
A las 8 en punto he presidido la oración de laudes en la amplia y hermosa capilla del seminario. Además de los seminaristas y sus formadores, había un buen grupo de religiosos y laicos. A nosotros -o sea, al Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid- nos habían encargado dirigir la oración de la mañana dentro de una iniciativa eclesial de Oración por las vocaciones en la que, desde ayer viernes a las 11 de la noche hasta mañana domingo a mediodía, participan diversos grupos, parroquias y comunidades de la archidiócesis de Madrid en una especie de maratón de 36 horas ininterrumpidas de adoración, silencio y plegaria. Me parece una excelente iniciativa eclesial en la que participo por primera vez. 

Durante 45 minutos hemos orado con la Liturgia de las Horas ante el Santísimo Sacramento en la fiesta de santa Catalina de Siena, una santa muy admirada por Claret debido a su valiente compromiso apostólico. Luego me he quedado a la Eucaristía presidida por el obispo auxiliar José Cobo Cano. Ha sido una sencilla celebración en la que se palpaba la diversidad de vocaciones en la Iglesia. El obispo se ha referido a la metáfora de la sinfonía para expresar la riqueza que supone ser cristianos como laicos, personas consagradas, religiosos o ministros ordenados.

Capilla del Seminario diocesano de Madrid
Cuando regresaba a casa a pie, las calles y plazas estaban llenándose de turistas, sobre todo el entorno del Palacio Real. El sol comenzaba a calentar. He tenido tiempo para pensar por qué hoy en España son muy pocos los jóvenes que se sienten llamados al sacerdocio o a la vida consagrada. La primera explicación es estrictamente demográfica. Hoy he sabido con tristeza que, por primera vez en la historia de mi país, los mayores de 65 años superamos a los menores de 20. La inversión piramidal es evidente. Si cada vez hay menos niños y jóvenes, no es humanamente imaginable que muchos opten por servir al Señor como consagrados o sacerdotes. Tampoco sus padres los van a animar. 

Pero, más allá de este hecho demográfico y familiar, la razón más profunda tiene que ver con el declive de la fe en nuestra sociedad secularizada y con la imagen poco coherente y atractiva que proyectamos quienes hemos dedicado nuestra vida al ministerio sacerdotal. Por eso, he sentido una profunda admiración por los jóvenes seminaristas distribuidos por los bancos de la capilla del seminario. Muchos de ellos han entrado después de haber concluido sus estudios universitarios. Han tomado una decisión que es contracultural, poco valorada y muy desafiante. Pero estoy seguro de que, en medio de sus crisis y vacilaciones, podrán decir, como Pablo: “Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para velar por mi depósito hasta aquel día” (2 Tim 1,12). 

Jesús no dijo si los trabajadores de la mies tenían que ser curas o no, si iban a ser muchos o pocos, si serían europeos o africanos, asiáticos o americanos. Lo único que nos pidió es que oremos para que el Dueño de la mies envíe obreros a su mies porque esta es abundante y los trabajadores son pocos (cf. Lc 10,2). Eso es lo que estamos invitados a hacer en este fin de semana de manera especial: orar. Y luego esperar con confianza y promover todas las vocaciones. Dios sabrá lo que es mejor para la Iglesia y para la humanidad

Poster de la Jornada de Oración por las Vocaciones 2023 en España




1 comentario:

  1. La inversión piramidal es más grave de lo que parece y está afectando en muchos campos. Cada día más se va limitando la natalidad y con ello, se va limitando todo… Empieza a afectar a muchos sectores de la sociedad…
    En este fin de semana, nos hace bien tomar conciencia y aceptar que todos somos “obreros de su mies…” Porque, como escribes, refiriéndote a Jesús: “Lo único que nos pidió es que oremos para que el Dueño de la mies envíe obreros a su mies porque esta es abundante y los trabajadores son pocos”.
    Gracias Gonzalo, por dar visibilidad a “todas las vocaciones”… todos los cristianos, somos llamados a “sembrar”.

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