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domingo, 26 de marzo de 2023

¡Fuera del sepulcro!


Un amigo mío sevillano me hizo llegar anoche el enlace a un interesante artículo del jesuita portugués José Frazão Correia publicado en la edición española de le revista La Civiltà Cattolica. Se titula “¿Qué forma adoptará el cristianismo del futuro?”. En buena medida, el artículo se inspira en la obra del pensador católico checo Tomáš Halík “Il segno delle chiese vuote. Per una ripartenza del cristianesimo” («La señal de las iglesias vacías. Por un reinicio del cristianismo»). Tanto el libro del sacerdote checo como el artículo del jesuita portugués conectan con el mensaje que la liturgia nos propone en este V Domingo de Cuaresma. 

Es verdad que hoy estamos viviendo una situación de “tarde/noche” en relación con la Iglesia y la fe, pero -como afirma Jesús en el evangelio a propósito de la muerte de su amigo Lázaro- “esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Para entender mejor la fuerza de esta promesa de Jesús, tenemos que relacionar el mensaje de este domingo con los mensajes de los dos anteriores. Los tres forman una tríada en la que, frente a las situaciones de sed, ceguera y muerte que caracterizan a la existencia humana, Jesús se presenta como “agua viva” (tercer domingo), “luz del mundo” (cuarto domingo) y “resurrección y vida” (quinto domingo). En realidad, se trata de un itinerario de fe en el que somos invitados a creer: “El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. 


Alentados por esta fe, podemos reconocer con el jesuita portugués que “la secularización no es el fin de la religión ni de la fe cristiana, sino la transformación del sentido que se ha hecho más común – eminentemente social, político y cultural – en el sistema de relatos, ritos y símbolos que expresan y consolidan la identidad de una sociedad, y que lo que se pierde, en el fondo, abre la posibilidad de una renovada autenticidad evangélica y de otras formas de entender el papel de la religión y el alcance de la fe cristiana”. En otras palabras, que lo que hoy vivimos como “muerte” es, en realidad, el comienzo de una nueva forma de ser cristianos. Naturalmente, todo nacimiento produce dolor y alegría. Algo se rompe y algo nace. Necesitamos tomar conciencia de este momento que estamos viviendo: “Al dolor de la muerte corresponderá el nacimiento de otra forma y estilo de Iglesia. No se trata de otra Iglesia, sino de otra forma de Iglesia. La Iglesia no ha sido siempre «gregoriana», «tridentina» o «romana». Se trata de otra forma que, en muchos sentidos, sólo podemos presagiar y vislumbrar en este momento”. 

No sabemos bien qué rasgos tendrá esta nueva forma, aunque Tomáš Halík se atreve a delinear cuatro. Será una Iglesia que se redescubrirá no tanto como institución perfecta, sino como “Pueblo de Dios en la historia” (1), como “escuela de vida y sabiduría” (2), como “hospital de campaña” (3) y como “lugar de encuentro y de diálogo” (4). En cualquier caso, “si lo que la Iglesia vive y tiene que ofrecer no se reconoce como un bien existencial que tiene sentido y es significativo para la vida de las personas y de las comunidades reales, y si no es capaz de insertarse creativamente en el tejido cultural en el que las personas de hoy se encuentran, entienden y expresan, acabará siendo identificada, y en la mayoría de los casos rechazada, como una práctica devocional irrelevante, un ritual religioso o un ideal moral partidista, una ideología identitaria, orientada a la afirmación o instrumentalización política”.


Durante los últimos cuatro días no he escrito la entrada diaria de este Rincón. Algunos amigos me han escrito un poco extrañados de mi silencio o han dejado mensajes en las redes sociales. Gracias a Dios, estoy perfectamente. No hay ningún problema de salud ni de ningún otro tipo. La explicación a mi silencio digital es que he estado dando un curso en el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid a 25 religiosos de diversas congregaciones. Las seis horas diarias de clase más la preparación correspondiente no me han dejado ni tiempo ni energía para escribir la entrada diaria con un mínimo de tranquilidad y lucidez. A partir de este domingo, espero reanudar el ritmo cotidiano, pero sin sentirme atado a un ejercicio que no lo entiendo como un deber, sino sencillamente como un acto gratuito. 

Más allá de la anécdota, cada vez se me hace más claro que hoy, en este momento de profundas transformaciones en la Iglesia, el sentido de pertenencia adopta a veces formas digitales que hubieran sido impensables hace solo un par de décadas. Hoy nos sentimos con frecuencia más cercanos a quienes compartimos un camino espiritual en Internet que a aquellos con los que físicamente nos encontramos en la iglesia cada domingo. ¿Es este un rasgo de esta nueva “forma” de ser Iglesia que se está gestando? El tiempo nos lo irá diciendo. 

De momento, sin salirnos un ápice del mensaje de este último domingo de Cuaresma, me parece sanador fijarnos en la oración de Jesús con la que se cierra el relato del evangelio: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Todos los “signos” que vamos descubriendo en nuestro camino, los antiguos y los nuevos, tienen un claro objetivo: ayudarnos a creer que Jesús es el enviado de Dios y que solo en él encontramos el agua viva que apaga nuestra sed de sentido, la luz que cura nuestra ceguera y la vida que nos saca de los sepulcros culturales en los que estamos sepultados. Feliz domingo. 



3 comentarios:

  1. Feliz domingo, Pater

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  2. Hay un párrafo de ese librito de Halík que conecta intensamente con el viento
    de sinodalidad que parece sobreponerse a tanta resistencia: "La principal línea divisoria ya no está entre quienes se consideran creyentes y quienes se consideran no creyentes. Hay 'buscadores' entre los creyentes (aquellos para los que la fe no es un 'legado', sino un 'camino') y entre los no creyentes, que rechazan los conceptos religiosos que les proponen los que les rodean, pero sin embargo experimentan el deseo de algo que satisface su sed de sentido."

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  3. La entrada de hoy me sugiere que tenemos que estar abiertos al cambio que se vislumbra. Saber valorar, como dices, que “no se trata de otra Iglesia, sino de otra forma de Iglesia”.
    La señal de las iglesias vacías se va arrastrando… Muchas no han vuelto a la misma participación, por lo menos en mi entorno.
    Gracias Gonzalo por ayudarnos como dices: “a descubrir que Jesús es el enviado de Dios y que solo en Él encontramos los signos del agua viva, de la luz y de la vida.
    No te sientas obligado pero gracias por acompañarnos humanamente y espiritualmente desde el Blog.
    Ha sido una entrada profunda e intensa a la que necesito volver. Gracias.

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