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jueves, 12 de enero de 2023

Ponerse en camino


A esta hora la ciudad duerme, aunque siempre hay gente que trabaja por la noche. Dentro de unas horas salgo para Roma. De nuevo tengo que alistar mi maleta y ponerme en camino. Hace años disfrutaba con los viajes, ahora comienzan a pesarme un poco. Valoro la rutina cotidiana. Sin embargo, hay algo en ese “ponerse en camino” que va más allá de emprender un viaje. Me parece que es una actitud mariana. En el evangelio de Lucas se dice que María “se puso en camino” de Nazaret a las montañas de Judea para ayudar a su pariente Isabel. El texto de la Vulgata latina añade que lo hizo “cum festionatione” (es decir, con cierta urgencia). 

Las necesidades de los demás rompen a menudo nuestros esquemas y nos empujan a ponernos en camino. Servir a quienes lo necesitan nos obliga a alterar nuestros planes, dejar lo que estamos haciendo y desplazar el interés de nuestros asuntos a los de quienes necesitan nuestra ayuda. Hay personas que, casi como por instinto, siempre están dispuestas a echar una mano, a ponerse en camino. Otras, por el contrario, son siempre remisas, se lo piensas dos veces, calculan los riesgos, ponen condiciones. Al final, se deciden, pero a menudo se trata de un servicio sin alegría, forzado por las circunstancias, el cumplimiento del deber o por mantener las formas.


Hablando ayer con una amiga caíamos en la cuenta de que vivimos en una sociedad que se ha vuelto muy calculadora, que encuentra dificultades para amar sin medida. Se podría calificar también de egoísta. Me hablaba de varios sobrinos suyos que no quieren casarse y tener hijos porque eso les impide viajar con libertad y gozar de la juventud. La felicidad se centra en el bienestar personal, no en la entrega a los demás. Algo parecido puede darse en ámbitos laborales e incluso eclesiales. Cuando buscamos, en primer lugar, lo que nos gusta, lo que nos viene bien a nosotros, lo que asegura nuestra satisfacción, encontramos placer a corto plazo, pero se nos va secando el alma. El egoísmo tiene poco recorrido. 

Las personas que solo buscan sus intereses, incluso pisando a los demás, pueden obtener algunos triunfos, pero fracasan en el intento de dar un sentido a la vida. Al final, se encuentran atrapadas en la cárcel de sus objetivos, caprichos y comodidades. No sé si el juicio de mi amiga es extensible a la mayoría de las personas, pero el “sálvese quien pueda” está, por desgracia, muy presente en esta sociedad competitiva.


Como contraste frente a este clima, resultan más luminosos los ejemplos de las personas que no se lo piensan dos veces, que siempre están en posición de servicio. Todos sabemos con quiénes podemos contar sin muchos rodeos y con quiénes tenemos que hacer una solicitud en toda regla. Hay personas que siempre están dispuestas a “ponerse en camino”, a salir de su comodidad y echar una mano a quien lo necesite. Varios de mis amigos más cercanos pertenecen a esta categoría. Uno sabe que puede contar con ellos en las duras y en las maduras, que nunca ponen mala cara, que anteponen las necesidades de los demás a sus propios gustos. 

Cuando me hablan de una persona “espiritual” no me pregunto, en primer lugar, si hace mucha oración o es apasionada de la liturgia. No hay nada más peligroso que la oración y la liturgia. Pueden impulsar una vida de amor o pueden convertirse en hermosa tapadera de una vida egoísta. Lo que mide la autenticidad de la vida espiritual es la capacidad de salir de uno mismo, de descentrarse, para ir al encuentro de los demás. Ama a Dios, en definitiva, quien ama mucho a sus hermanos.

2 comentarios:

  1. Es necesario ponerse en camino todos los días, en cada momento, con la certeza de que aunque a veces te sientes solo, contigo va el SEÑOR...

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  2. Es “salir al encuentro con los demás” y es también estar dispuesto a la acogida de quienes llegan a nosotros, a veces, por caminos inesperados… estar abiertos a todos.
    Este “ponernos en camino” hace bien a los que nos encontramos por el camino y también a nosotros mismos… Nos lleva a una dinámica de la vida que no nos permite quedar “atascados”.
    También las hay que, como tú, Gonzalo, “están siempre en camino”… Un sincero agradecimiento.

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