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sábado, 7 de enero de 2023

Él no quita nada y lo da todo


Desde que he terminado el desayuno, me he pasado un buen rato leyendo y respondiendo los mensajes que voy recibiendo hoy con motivo de mi… ¡65 cumpleaños! Este año cae entre dos fiestas muy significativas: la Epifanía (6 de enero) y el Bautismo del Señor (8 de enero). No tengo más remedio que interpretar mi momento vital desde la luz que arrojan ambas celebraciones. Si algo he aprendido a lo largo de estos años es que las palabras humanas van y vienen, curan y hieren, tapan y desvelan, alegran y entristecen. Todo lo humano es siempre ambivalente, provisional, efímero. Solo la Palabra de Dios “manet in aeternum” (permanece para siempre). 

Hoy resuena de manera especial lo que dice la segunda carta a Timoteo: “Tú, en cambio, permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena” (2 Tim 3,14-17). Me llega al corazón una frase que me aplico a mí mismo: “Desde niño conoces las Sagradas Escrituras”. Es verdad. No entiendo mi vida pasada y presente sin la brújula de la Palabra de Dios, así que hoy lo alabo con un corazón agradecido.


La Epifanía me recuerda que soy misionero y que, por tanto, mi vida tiene que ser transparencia de ese Jesús que es luz de las naciones. El Bautismo me hace comprender que también sobre mí Dios Padre ha pronunciado las palabras que pronunció sobre Jesús: “Tú eres mi hijo amado”. No se puede ser misionero sin una experiencia alegre y agradecida de la filiación divina. Ver quiénes somos y cuál es nuestra misión en la vida es la base de la felicidad. Por eso me entristece tanto encontrarme con personas que van dando tumbos, que no saben por qué y para qué existen, que son prisioneras de las modas, los chantajes afectivos y la confusión. 

Impedir que un ser humano descubra su condición de hijo de Dios y pueda vivir según ella es el mayor crimen. Por desgracia, hay corrientes sociales que trabajan con estos objetivos. La única arma eficaz para combatir esta fuerte deshumanización es la Palabra de Dios. No hay nada ni nadie que la haga callar. Por eso, una de mis pasiones como misionero es ayudar a las personas a descubrir su belleza y su eficacia. Las personas que se alimentan a diario de la Palabra de Dios no son fácilmente manipulables, mantienen la paz en medio de las batallas de la vida y exudan una alegría serena y contagiosa.


Hoy hace frío en Madrid. A esta hora el termómetro no sube de los 3 grados. Dentro de casa se está bien. Siempre asocio mi cumpleaños al invierno, así que es un ambiente en el que me siento cómodo. Estamos a punto de terminar el tiempo litúrgico de Navidad. El lunes comenzaremos el tiempo ordinario. Espero que lo vivido en estas dos semanas intensas nos dé la perspectiva necesaria para regresar a la vida cotidiana con un horizonte despejado. Imaginar una vida sin problemas es una quimera. Los problemas y dificultades nos acompañarán siempre. Lo que no puede faltarnos es una razón poderosa para vivir, luchar y esperar. 

Para mí esta razón es Jesús y su propuesta de vida. En mis 65 años de vida no he encontrado otra alternativa más razonable y humanizadora. Recuerdo ahora unas palabras que Benedicto XVI pronunció en la homilía del comienzo de su pontificado con las cuales me identifico plenamente: “Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, -nada absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera… ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno”. Doy testimonio de que es así.

4 comentarios:

  1. Gonzalo muchas gracias por compartir cuál es el motor de tu vida que te ha ayudado a vivirla en plenitud e intensidad, a lo largo de 65 años y te deseo que puedas continuar con la misma ilusión y profundidad con que vas contagiando. ¡¡Felicidades!!
    Nos dices que “…solo la Palabra de Dios permanece para siempre… Gracias porque nos ayudas a saber traducirla en cada momento de nuestra vida y así, realmente, podemos ir descubriéndola en todos los acontecimientos, sean del carácter que sean.
    Nos das muchas pistas hoy, para encontrar la verdadera felicidad… Nos dices que “ver quiénes somos y cuál es nuestra misión en la vida es la base de la felicidad”.
    Con el titular de esta entrada nos recuerdas a Benedicto XVI: “ ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno”.
    Nos compartes que: “una de mis pasiones como misionero es ayudar a las personas a descubrir su belleza y su eficacia.” Gracias Gonzalo, porque lo consigues. Cuando, como tú, uno puede decirlo desde la vivencia, esto se contagia.

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  2. Feliz Cumpleaños... 𝑸𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒂𝒏𝒉𝒆𝒍𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒍𝒂 𝑷𝒍𝒆𝒏𝒊𝒕𝒖𝒅 𝒚 𝒆𝒍 𝒈𝒐𝒛𝒐 𝒆𝒏 𝒔𝒖 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒊𝒄𝒊𝒑𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏, 𝒕𝒆 𝒔𝒆𝒂𝒏 𝒇𝒖𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒃𝒆𝒏𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐𝒏 𝒚 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅.

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  3. Gonzalo me parece muy acertadas tus palabras de esta reflexiòn sobre tù vida te conozco y se que lo que escribes te sale de tù corazon que por cierto son muy edificantes. Gracias por servir al Reino de Dios y que esa Palabra que lees todos los dìas la hagas vida en tù vida para servir a los màs pobres.
    Eduardo Coto Solano . Costa Rica.

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  4. P. Gonzalo! Dios continue bendiciendo Tu vida y ministerio sacerdotal!! Todo es Gracia! Aquí, sempre atento a tus mensajes, que son bálsamo para el camino!

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