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domingo, 13 de febrero de 2022

Los extraños bienaventurados

Este VI Domingo del Tiempo Ordinario ha amanecido con el cielo cubierto. Ya era hora, después de semanas de situación anticiclónica. En un día como hoy suena con fuerza la voz de Jesús. No habla desde la montaña (como en el evangelio de Mateo), sino desde el valle. Allí señala con claridad los caminos para ser felices. Los más felices son los pobres, los que tienen hambre, los que lloran y los que son odiados y excluidos. Leemos este Evangelio paradójico precisamente hoy que celebramos la Campaña contra el Hambre organizada por Manos Unidas. Casi no me atrevo a hacer una interpretación de estas palabras de Jesús. Resultan tan a contramano de lo que hoy vivimos que casi parecen una tomadura de pelo. ¿Quién en su sano juicio puede pensar que los pobres y los hambrientos son felices? ¿Quién se sitúa voluntariamente en situaciones de pobreza, hambre, soledad y exclusión? 

Si este texto se leyese en una reunión del Foro de Davos, del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, provocaría una sonrisa de conmiseración entre los grandes de la tierra. Hay que reconocer que muchas palabras de Jesús suenan tan alejadas de la realidad que uno no sabe si es un ingenuo, un engañabobos o… un profeta que -por usar las palabras de Jeremías que se leen en la primera lectura de hoy- “confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto”.

Los pobres, los hambrientos y los que lloran son bienaventurados porque Dios ha decidido ponerse de su parte, no porque sea deseable vivir en pobreza o marginación. Su felicidad consiste en saber que Dios no los va a dejar tirados, que son sus preferidos, porque un Padre no puede olvidarse de sus hijos más indefensos. ¿Habrá que esperar al final de los tiempos para que estas bienaventuranzas se realicen o se pueden ya experimentar en este mundo? En buen parte depende de quienes nos decimos seguidores de Jesús. Nosotros tenemos la responsabilidad de ser mediación de este Dios que no deja en la cuneta a sus hijos preferidos. Es verdad que la pobreza y el hambre siguen siendo lacras en nuestras sociedades desarrolladas, pero no es menos verdad que hay millones de personas que trabajan y se organizan para ser “providencia de Dios”, para prestarle a Dios mente, corazón y manos. 

La campaña de Manos Unidas contra el Hambre es una de estas iniciativas que busca estar cerca de quienes no tienen lo suficiente para comer. Puede parece una gota en el océano, pero nos recuerda que los seres humanos no podemos resignarnos a la indiferencia. Si hay algo en lo que coincidimos todas las religiones y todas las propuestas humanistas es en la lucha por erradicar la pobreza, de modo que todos los seres humanos tengan lo suficiente para vivir con dignidad.

Las cuatro bienaventuranzas lucanas van acompañadas por cuatro malaventuranzas que son como su reverso. Son los ayes de los ricos, los saciados, los que ríen y los que gozan de buena fama. Todos ellos no esperan nada porque ya han recibido en esta vida su recompensa. Para ellos Dios es un producto superfluo. No necesitan abogado defensor. Se bastan a sí mismos, pero en realidad su vida es inconsistente. Hay más apariencia que realidad. Jeremías (primera lectura) lo explica con palabras poéticas. Podemos ser como un cardo en la estepa o como un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces. En el primer caso, nos agostaremos cuando lleguen los rigores del estío, las pruebas de la vida. En el segundo, nuestras hojas estarán siempre verdes y daremos fruto. ¿A qué tipo de felicidad nos apuntamos?

1 comentario:

  1. Cuesta entender a Jesús, cuesta entender la Bienaventuranzas, cuesta entender la pobreza… cuesta entender que para unos la vida no les deja “levantar cabeza” y en cambio otros pueden vivir en la abundancia… cuesta entender que haya gente que vive inmersa en la enfermedad y otros no saben lo que es… En definitiva que cuesta entender a Jesús porque no entramos en su dinámica…
    Actualmente, tenemos mucho sufrimiento en nuestros entornos, sufrimiento que nos cuesta entender… Es urgente que encontremos y ayudemos a encontrar “razones para vivir”.

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