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lunes, 21 de febrero de 2022

Hablo, luego existo

Hoy es el Día Internacional de la Lengua Materna. Se llama “materna” y no “paterna” porque es la lengua en la que la madre se dirige a sus hijos incluso antes de que nazcan. Esto convierte a la lengua materna en una especie de prolongación de la placenta. No sé si habrá algún estudio científico sobre el tema, pero creo que la mayoría de los hablantes recordamos más expresiones usadas por nuestra madre que por nuestro padre, aunque solo sea por el hecho de que la madre comienza a hablarnos desde que estamos en su seno y no deja de hacerlo hasta que muere. La madre es una fuente permanente de palabras. Y con ellas nos transmite una manera de sentir, pensar y actuar. Antes de que aprendamos el significado de las palabras tal como figura en el diccionario, lo captamos por el uso contextualizado que nuestra madre hace de ellas. ¿Cómo, si no, llegué a conocer palabras como zarria, algarazo, bardera, desbalagar, enjorguinarse, gatuperio, morugo, perolo, regalarse (la nieve) o somarro,  por citar solo unas cuantas de las muchas que aprendí de labios de mi madre (todas ellas recogidas en el diccionario de la RAE) y que apenas se usan fuera del contexto local y comarcal en el que nací y crecí de niño? [Omito los localismos que no figuran en el diccionario].

La lengua materna nos proporciona la misma seguridad que nos proporciona nuestra madre. Por eso, cuando uno habla varias lenguas, recurre a ella para expresar las emociones más íntimas y profundas. Comprendo muy bien a aquellos hablantes y escritores políglotas que se refugian en su lengua materna cuando quieren ser más ellos mismos. De ahí que las lenguas maternas tengan que ser respetadas, celebradas, usadas y promovidas.

Pero el discurso no termina aquí. Igual que en el proceso de maduración uno necesita separarse de su madre (cortar el cordón umbilical) para crecer con autonomía, también desde el punto de vista lingüístico es recomendable abrirse a nuevas lenguas que nos proporcionen otra manera de sentir y pensar el mundo. Cada nueva lengua que aprendemos es una puerta abierta a la realidad. Todas son valiosas, pero quizá las más útiles (no despreciemos el sentido de utilidad) son aquellas que nos permiten comunicarnos con un mayor número de hablantes. Creo que, en el contexto occidental, el inglés y el español son las dos lenguas vehiculares que nos ayudan a establecer lazos con personas de muchos países. 

Es verdad que hay otras lenguas que ostentan récords de hablantes (como el chino mandarín, el hindi o el árabe), pero para quienes vivimos en Europa o en América (los continentes donde hay más lectores de este Rincón), la lengua de Shakespeare (en su versión británica o americana) y la de Cervantes (en su versión ibérica o latinoamericana) son las más usadas en el mundo de la política, la economía, el turismo, la vida académica, etc. De ahí que sea muy recomendable unir a la lengua materna una o dos de las principales lenguas vehiculares. Algunos amigos míos están estudiando también chino desde hace años porque son conscientes de que China se convertirá en la gran potencia mundial del siglo XXI. Decía un viejo misionero claretiano, catalán de origen y universal de misión, que para una persona de hoy es mejor hablar cuatro lenguas regular que solo una, aunque sea muy bien. 

Nunca he entendido bien la guerra de lenguas. O su uso ideológico como arma política. Creo que una lengua nunca debe “imponerse” por motivos extraños a la dinámica comunicacional entre las personas y los pueblos. Cuando en un país se hablan varias lenguas (como es el caso de España), entonces hay que saber combinar con respeto y armonía la lengua materna con la lengua oficial que permite la comunicación entre los diversos pueblos que conforman el país. En algunos lugares, esta armonía se realiza de forma natural porque beneficia a todos. En otros, se utiliza la lengua (tanto la materna o la propia de un territorio como la oficial del país) de forma coercitiva con el argumento de que hay que protegerla o asegurar su aprendizaje a toda costa. Cuando se entra en esta dinámica, el conflicto está servido. Una lengua debe seducir, nunca constreñir. Hagamos que nuestra lengua materna sea atractiva para otras personas por su uso libre, respetuoso, abierto, bello, seductor.

¿No sería mucho más sencillo celebrar, respetar y promover todas las lenguas (mayoritarias y minoritarias) y, a partir de este reconocimiento plural, regular con criterios de eficacia su uso en los ámbitos oficiales y dejar libertad a cada hablante para que utilice la que sea más conveniente según los contextos? Yo lo veo así, pero no siempre los políticos están dispuestos a confiar en la madurez de los ciudadanos. A menudo también quieren meter la cuchara en un terreno que les puede proporcionar réditos electorales en un sentido o en otro, de manera que convierten las lenguas (instrumentos de comunicación y entendimiento) en potenciales armas (instrumentos de confrontación y exclusión). No caigamos en esta estúpida trampa. Los hablantes somos más cuerdos que lo que algunos políticos piensan de nosotros. [Por cierto, además de en mi lengua materna, puedo expresarme en otras varias lenguas].

Feliz Día Internacional de la Lengua Materna

Feliç Dia Internacional de la Llengua Materna

Zoriontsu Ama Hizkuntzaren Nazioarteko Eguna

Feliz Día Internacional da Lingua Materna

Happy International Mother Language Day

Bonne journée internationale de la langue maternelle

Felice giornata internazionale della lingua madre

Alles Gute zum Internationalen Tag der Muttersprache

1 comentario:

  1. Pues sí, no me había parado a pensar en la “lengua materna”… Realmente, antes de nacer, la escuchamos… se va impregnando en nosotros… He tenido la experiencia de que, los hijos, siendo bebés de pocos días han reaccionado a la música escuchada durante el embarazo, a ruidos concretos, como puede ser el de un ordenador que no era silencioso como los de ahora, y reaccionar también, cuando escucharon la voz de alguno de sus hermanos.
    Depende de las experiencias vividas, se adquiere más facilidades para hablar diferentes idiomas y recordando algunos casos, la madre es bilingüe…
    Gracias Gonzalo… Con tus reflexiones varias nos ayudas a profundizar y dar más importancia a temas que nos pasan desapercibidos.

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