Desde que escribí la entrada sobre “mis amigos silenciosos”, he recibido algunos mensajes sugiriéndome varios temas para el blog. Me habéis pedido que escriba sobre las experiencias de separaciones y divorcios, la misión de la mujer en la Iglesia, el significado de la sinodalidad, etc. Ayer, un amigo mío de Colombia me pidió que dijera algo sobre el modo de afrontar las situaciones depresivas que muchos están viviendo a raíz de la pandemia.
No me siento capacitado para afrontar todos estos temas de una manera general, pero intentaré compartir en los próximos días algunas reflexiones nacidas del estudio, del diálogo con otras muchas personas y, sobre todo, de mi propia experiencia. Este Rincón no es una especie de consultorio psicológico, ni siquiera espiritual, sino un espacio de intercambio en el que todos podemos beneficiarnos de la sabiduría compartida porque todos estamos viviendo cosas y hemos reflexionado sobre ellas. A veces, la experiencia de una persona puede iluminar lo que está viviendo otra, aunque a primera vista parezcan dos situaciones incomparables.
Cada vez me convenzo más de que, a la hora de afrontar los problemas de la vida cotidiana, cada uno lo hacemos desde nuestro perfil caracterológico. Hay personas que, de manera automática, sienten temor ante los cambios y otras que los propician. Hay personas muy extrovertidas y otras introvertidas. Las hay ordenadas y caóticas, racionales y sentimentales, asertivas y dubitativas, etc. Naturalmente, nadie es una cosa u otra en estado puro. Las proporciones y los matices son imprescindibles para percibir la singularidad de cada persona. No hay test que pueda medir nuestro misterio personal, pero sí darnos una aproximación que nos sea útil para conocernos mejor y trabajar nuestra personalidad.
A aquellos que quieran caminar en esta dirección les invito a entrar en este enlace. Se trata de un sencillo test que se puede hacer online en diez minutos. Si os animáis a hacerlo, veréis que a cada pregunta podéis responder con una gama de siete posibles respuestas. No hace falta pensar mucho. Lo mejor es dejarse llevar por el primer impulso. Al final, recibiréis el resultado y podréis conocer cuál es vuestro perfil de entre una tipología de 16. La misma página web os explicará después las características de vuestro perfil. Comprenderéis mejor vuestro potencial y también las áreas que podéis mejorar. Quizá no acabéis de reconoceros en el perfil asignado, pero lo más probable es que refleje bastante bien los rasgos sobresalientes de vuestra personalidad.
Mejorar el autoconocimiento es el punto de partida para ver cómo se puede afrontar una situación de divorcio, una depresión o sencillamente un problema de soledad o una dificultad en la convivencia. Solo cuando nos conocemos bien comprendemos nuestras reacciones, el impacto que tienen sobre los demás y el modo de manejarlas. No se trata de emitir juicios éticos, sino de explorar el mundo ignoto de nuestros automatismos. La mayor parte de las veces no actuamos de forma reflexiva, sino que nos dejamos llevar por lo primero que nos sale; es decir, por nuestros automatismos, que son la manifestación de nuestro carácter.
Es verdad que sobre la base de nuestra dotación temperamental todos hemos ido labrando nuestro carácter a base de decisiones, prácticas, hábitos, etc., pero nunca desaparece del todo nuestro fondo. Por eso, es preciso conocerlo. Nos ahorraríamos mucho sufrimiento y se lo ahorraríamos también a los demás si supiéramos bien “cómo funcionamos”: qué nos gusta y nos disgusta, qué nos emociona o nos aburre, qué provoca nuestra cerrazón o nuestra apertura, qué nos hiere o nos anima, etc. A partir de aquí, se pueden trazar algunas líneas de trabajo personal para ir mejorando. ¡Ánimo!
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