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domingo, 17 de octubre de 2021

Cargar, compadecerse, servir

El XXIX Domingo del Tiempo Ordinario ha comenzado con lluvia en Madrid, aunque a esta hora luce un suave sol de otoño. Antes de salir para Barcelona escribo a toda prisa la entrada de hoy. Debido a los constantes desplazamientos, cada vez me resulta más difícil ser fiel a mi cita diaria. Quise haber escrito algo sobre santa Teresa el pasado día 15, pero se me echó el tiempo encima. Tuve la oportunidad de participar en la Eucaristía que los carmelitas celebraron en su iglesia de Plaza de España. Me gustó el enfoque del celebrante. Usando expresiones de la santa, resumió así su mensaje: “A tiempos recios, amigos fuertes de Dios”. En momentos de dificultad debemos mantenernos muy unidos a Dios. Es obvio que el consejo se aplica al tiempo presente. Teresa de Jesús siempre tiene algo saludable que decirnos.

El evangelio de este domingo es muy conocido. Narra la escena en la que Santiago y Juan, dos de los discípulos más cercanos de Jesús, le hacen una petición descarada: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. La petición está precedida por un preámbulo insolente: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Cuando Marcos escribe estas cosas, Santiago ya ha muerto mártir y Juan goza de un gran prestigio entre las comunidades cristianas. No obstante, Marcos mantiene su versión, seguramente más fiel a los hechos que la versión “dulcificada” de Mateo (que coloca la petición en labios de la madre de los hermanos Zebedeos). Lucas opta redondamente por omitir el hecho. Le parece de mal gusto. Si nos atenemos a los hechos, parece claro, pues, que ni Santiago ni Juan, ni los otros diez (que se indignaron contra ellos), habían logrado entender el mensaje de Jesús a pesar de haber recibido una instrucción clara y de haber vivido junto a él. 

La pregunta se impone: ¿No sucede algo semejante con nosotros hoy? Después de una larga trayectoria como creyentes, ¿estamos seguros de haber comprendido en qué consiste creer en Jesús o cada uno hemos ido haciendo (como Mateo) una versión “dulcificada” del evangelio a la medida de nuestras necesidades, intereses y temores?

Creo que hay tres verbos que pueden resumir la fuerza de la Palabra de Dios de este domingo de otoño: cargar, compadecerse y servir. Los tres expresan el tipo de vida de Jesús y, por tanto, el tipo de vida que se nos propone a sus seguidores. 

En la primera lectura leemos que “mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos”. La Iglesia entiende que este “siervo” es Jesús. Él ha cargado el fardo inmenso de nuestra falta de fe. Solo cuando estamos dispuestos a “cargar” con las inconsistencias de los demás podemos ayudarles a vencerlas. 

Podemos acercarnos con confianza a Jesús (este es el menaje d el fragmento de la carta a los Hebreos) porque “no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado”. Me gusta contemplar a Jesús como un ser humano que ha experimentado en carne propia nuestras contradicciones; por eso, mismo se puede compadecer de nuestras debilidades. No hay verdadera compasión cuando miramos a los demás por encima del hombro, pero no experimentamos de cerca lo que viven y padecen. 

Por último, en contra de la dinámica social, estamos invitados a servir, no a medrar, porque “el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Este último verbo (servir) se utiliza mucho en ambientes eclesiales, pero no siempre es practicado. La tentación del poder está siempre al acecho. Todos estamos contaminados por un clima social en el que “los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y los grandes los oprimen”. También las grandes compañías tecnológicas nos oprimen con sus algoritmos invasivos. Jesús es muy tajante: “Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. ¿Habremos entendido de qué se trata?



1 comentario:

  1. El evangelio de hoy me lleva también a valorar la osadía que tienen los discípulos para hacerle la pregunta a Jesús… Creo que podemos vislumbrar en ello, la confianza que Jesús ofrecía y que ellos captaron, a pesar de no haber entendido su mensaje.
    Nos dices: “En momentos de dificultad debemos mantenernos muy unidos a Dios”. Pero resulta que son los momentos que más nos cuesta… momentos que, sin darnos cuenta nos alejamos un poco de Él y que acabamos diciéndonos que es Él que se ha alejado.
    Escribes: Jesús es muy tajante: “Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. ¿Habremos entendido de qué se trata? Creo que se entiende, pero ponerlo a la práctica??? Muchas veces nos confundimos.
    Gracias por resumir el evangelio de hoy con estas tres palabras: “cargar, compadecerse y servir”, palabras que nos llevan a un estilo de vida concreto. Me pregunto: ¿seremos capaces de entenderlo? Nos falta "mucha gracia" para ello.

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