Hoy se celebra el día Día Mundial del Medio Ambiente, así que me voy a poner un poco verde. Hay que tener cuidado con esta palabra. Según el diccionario de la RAE, tiene nada menos que 22 acepciones. Puede referirse a un color, al estado de inmadurez de una fruta o un proyecto, a la inexperiencia de una persona, a un chiste picante o a un asunto ecológico. No es lo mismo que uno “piense en verde” (eslogan popularizado por los ecologistas) que “poner verde a alguien” (o sea, colmarlo de improperios o censurarlo acremente).
Antes de entrar en harina, os comparto que ayer tuvimos nuestro encuentro Zoom como estaba previsto. Esta vez nos juntamos un pequeño grupo de 15 personas provenientes de lugares tan distintos como España, Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, Argentina e Italia. Durante una hora hablamos sobre las lecciones que hemos aprendido al cabo de más de un año de pandemia. Partimos de las 10 lecciones que sugerí en la entrada de hace una semana. Divididos en tres salas, hablamos sobre las que habían sido más significativas para cada uno de nosotros. Como siempre, fue un encuentro cordial. No arreglamos el mundo, pero, al menos, pudimos seguir manteniendo encendida la llama del interés.
Ahora, muchas multinacionales que han sido las responsables principales de la degradación ecológica que padecemos, se han vuelto “verdes”. Todas quieren apuntarse a la transición ecológica. Saben que las nuevas generaciones son muy sensibles a la ecología, así que no tienen más remedio que “reconvertirse”, con mayor o menor convencimiento, para no perder su cuota de mercado. De la noche a la mañana, todos nos hemos vuelto un poco más “verdes” sin que esto signifique un cambio sustancial en nuestras actitudes y conductas, pero por algo se empieza. Estas súbitas conversiones me hacen pensar en el valor que tienen los profetas religiosos y seculares en la conciencia moral de la humanidad. A veces tienen que pasar décadas para que sus observaciones sean atendidas. Estoy pensando en asuntos muy graves como la pena de muerte, el consumo de drogas, los abusos sexuales, los derechos de las personas homosexuales, el respeto a los animales, etc.
Lo que hoy nos parece evidente, hace 40 o 50 años era defendido solo por una minoría. Y lo mismo pasará dentro de unos años con otros asuntos que hoy no tratamos con radicalidad: el aborto, la eutanasia, la explotación infantil, la pobreza masiva, etc. Yo creo firmemente en la existencia de valores objetivos, que van más allá de las modas cambiantes, pero reconozco que el descubrimiento y aceptación de estos valores están sometidos a complejos procesos históricos en los que a menudo se producen avances y retrocesos.
Por eso mismo, necesitamos voces “proféticas” que nos despierten de nuestro letargo y nos ayuden a caer en la cuenta de lo que más nos ayuda a vivir como seres humanos. Creo que la llamada a la “transición ecológica” pertenece a la categoría de advertencias proféticas que nos hablan de otra manera de relacionarnos con la naturaleza. Si el Día Mundial del Medio Ambiente sirve para hacernos pensar y asumir algunos compromisos, bienvenido sea.
Gracias por tu labor profética con ese lenguaje çercano y claro. Entendido por creyentes y no creyentes.
ResponderEliminarVas sembrando una semilla que Dios hará crecer.
GRACIAS