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miércoles, 19 de mayo de 2021

Centro de gravedad permanente

Cuando estaba a punto de colgar la entrada de ayer, me llegó la noticia de la muerte de Franco Battiato. Pocos cantantes contemporáneos han sabido tender un puente tan sutil y atractivo entre la música culta y la popular como este enigma siciliano, nacido en 1945. Reconozco que ya hacía años que no lo seguía de cerca, pero su música me acompañó en la década de los 80 y 90 del siglo pasado. Lo que más me gusta de Franco Battiato es que no se parece a nadie, ni física ni musicalmente. Supo crear un estilo propio después de haber transitado por muchos. 

Es probable que los lectores más jóvenes del Rincón no sepan quién fue este músico italiano. De hecho, ayer, en conversación telefónica con un joven amigo de 27 años, me confesó que no lo conocía. Por si todavía yo albergaba alguna duda, esas palabras me devolvieron a mi auténtica generación. 

No creo que sea preciso contar la historia de Franco porque ayer y hoy los periódicos de Italia y España le dedican amplias reseñas biográficas. De entre las muchas canciones que me gustaría comentar, he escogido una de las más conocidas: Centro di gravità permanente. Se encuentra en el álbum La voce del padrone, publicado en 1981, el año en que yo me vine a estudiar a Roma.

Os invito a echar un vistazo a la letra, tanto en el original italiano como en la versión española que el mismo Battiato cantaba.


ORIGINAL EN ITALIANO



VERSIÓN EN ESPAÑOL

Una vecchia bretone

Con un cappello e un ombrello 

di carta di riso

e canna di bambù

Capitani coraggiosi

Furbi contrabbandieri macedoni

Gesuiti euclidei

Vestiti come dei bonzi

per entrare a corte degli imperatori

Della dinastia dei Ming

Cerco un centro di gravità permanente

Che non mi faccia mai cambiare idea

sulle cose sulla gente

Avrei bisogno di

Cerco un centro di gravità permanente

Che non mi faccia mai cambiare idea

sulle cose sulla gente

Over and over again

Per le strade di Pechino

erano giorni di maggio

Tra noi si scherzava a raccogliere ortiche

Non sopporto i cori russi

La musica finto rock la new wave italiana

il free jazz, punk inglese

Neanche la nera africana

Cerco un centro di gravità permanente

Che non mi faccia mai cambiare idea

sulle cose sulla gente

Avrei bisogno di…

Cerco un centro di gravità permanente

Che non mi faccia mai cambiare idea

sulle cose sulla gente

Over and over again

You are a woman in love

Baby I need your love

I want your love

Over and over again

Come in into my life

Baby, I want to give you my soul

Baby, I need your love

Una vieja de Madrid

con un sombrero, un paraguas 

de papel de arroz

y caña de bambú.

Capitanes valerosos,

listos contrabandistas noctámbulos.

Jesuitas en acción,

vestidos como unos bonzos

en antiguas cortes con emperadores

de la dinastía Ming.         

Busco un centro de gravedad permanente

que no varíe lo que ahora pienso

de las cosas de la gente,

yo necesito

un centro de gravedad permanente

que no me haga cambiar nunca de idea,

sobre las cosas, sobre la gente.

Over and over again.

En las calles era mayo

y caminábamos juntos

cortando entre bromas manojos de ortigas.

No soporto ciertas modas,

la falsa música rock, la new wave española,

el free jazz, punkie inglés,

ni la monserga africana.                

Busco un centro de gravedad permanente…        

 

 

 

 

 

 Una y otra vez                            

tu eres una mujer enamorada

nena ven a mi vida

nena necesito tu amor una y otra vez

Quiero tu amor

una y otra vez.          

 

 

 

Ayer por la mañana repasé algunas canciones de Battiato. Por la tarde escuché la conferencia de mi compañero José María Vegas en el segundo día de la 50 Semana Nacional de Vida Consagrada. Habló desde San Petersburgo (Rusia) sobre “el valor de una sociedad… ¿con valores?”. Con la audacia y contundencia que le caracterizan, abordó la dictadura ideológica del relativismo contemporáneo. 

No puedo resumir su enjundiosa reflexión en cuatro trazos, so pena de castrarla, pero me fijo en lo que considero su núcleo. Sin el reconocimiento de la objetividad de los valores no hay posibilidad de vivir una vida plenamente humana y, por tanto, tampoco de organizar la vida social. Esta afirmación choca frontalmente contra lo que hoy se considera plausible; a saber, que cada persona puede construir subjetivamente los valores que para ella sean relevantes sin hacer referencia a los valores “objetivos” que los seres humanos podemos descubrir intuitivamente y que no dependen ni del espacio, ni del tiempo, ni de otros factores contingentes. 

Detrás de muchos de los debates actuales sobre el género, el aborto, la eutanasia, etc. late este relativismo axiológico. Si uno lo denuncia con argumentos, enseguida es tildado de enemigo del progreso y otros epítetos menos cariñosos. A la postre, lo verdaderamente “objetivo” parece ser el Boletín Oficial del Estado (que publica las leyes aprobadas por el parlamento) y el Código Penal (que sanciona las conductas contrarias).

Espoleado intelectualmente por la conferencia de mi compañero hispano-ruso, volví por la noche a esta vieja canción de Battiato. Él, testigo y protagonista de los profundos cambios sociales de los años 60-80 del siglo pasado, peregrino de filosofías y corrientes artísticas, hombre culto con sensibilidad metafísica… buscaba desesperado “un centro de gravedad permanente”. Lo decía con la música aterciopelada que solo un hombre como él sabía componer: “Yo necesito / un centro de gravedad permanente / que no me haga cambiar nunca de idea, / sobre las cosas, sobre la gente”. Es una manera poética de decir lo que el profesor Vegas decía ayer con rigor filosófico: sin valores objetivos (y, por tanto, permanentes), los seres humanos nos convertimos en basura espacial. 

Necesitamos un “centro de gravedad permanente” que nos atraiga y nos permita movernos con sentido. Qué o quién sea ese “centro” no resulta fácil deducirlo de la canción de Battiato, pero la necesidad es evidente en medio de ese bazar que es la vida humana en el que uno puede encontrar ¡ojo a la ironía del siciliano! “capitanes valerosos, / listos contrabandistas noctámbulos, jesuitas en acción, / vestidos como unos bonzos / en antiguas cortes con emperadores / de la dinastía Ming”. Battiato se sentía muy atraído por el budismo (de hecho, practicaba meditación tibetana), pero estaba abierto a la sabiduría de todas las religiones.

Centro di gravità permanente (italiano)


Centro de gravedad permanente (español)

Entrevista con Franco Battiato en la Cadena SER


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