Estatua del Papa Luna en Peñíscola, España |
Castillo de Peñíscola, España |
Oración
del Papa Luna
“Tanto he
luchado que poco a poco he ido olvidándome por qué. Mis pies son ya ligeros,
solo para llevarme hacia la eternidad. Y Tú estarás allí. Tienes que estar allí
porque de aquí te has alejado. Voy a morir sin el consuelo del viejo Simeón.
Voy a morir sin verte y sin sentirte.
Toda mi vida
fue una agitación. Luché tanto en tu nombre que apenas pude conversar contigo.
Hablé tanto de Ti como vicario tuyo, que no me quedó tiempo de reposar en
silencio a tu lado. Quisiera hacerlo ahora porque Tú existes, aunque yo no te
sienta. Deja reposar eternamente en Ti a un corazón que hiciste para Ti y que
en tu nombre tanto se ha cansado.
Como a una
espiga has ido desnudándolo, grano a grano, raspa a raspa. Ahora solo queda la
caña seca para echarse al fuego. In Te Domine speravi, non confundar in aeternum. Como la nieve
fuiste siempre para mí: blanco y frío. Yo he cumplido tu voluntad, blanca y
fría, hasta el fin. Aquí me tienes, Todopoderoso. Mándame de una vez. Para mí
has sido el Dios del Antiguo Testamento, ordenador y bélico, cuya voz puede
poner el orden boca abajo.
Entre
nosotros no ha habido tiempo para el amor. Teníamos demasiadas cosas que hacer,
demasiados entuertos que enmendar, demasiadas tareas que cumplir. No el amor,
el deber me ha conducido a Ti. Y ahora, a deshora, caigo en la cuenta de que
perdí la vida, salvo que Tú le des, después de terminada, algún sentido. Dáselo,
Dios.
Tengo miedo de
la eternidad. Soy viejo, tengo miedo de
Ti y estoy temblando porque acaso mi voluntad se enredó como una yedra al
poderoso tronco de la tuya, porque acaso mi voluntad forzó la tuya. No, no, no.
Me hiciste Papa. Debía morir Papa. Yo era el verdadero pastor. Tenía que reunir
el rebaño disgregado. Lo intenté, lo intenté. Haz que en la eternidad no sea
confundido y que descanse en paz”.
El papa Francisco besa el Crucifijo de san Marcelo (27 de marzo de 2020) |
La otra frase de la oración del papa Luna que me deja sin aliento es esta: “Entre nosotros no ha habido tiempo para el amor. Teníamos demasiadas cosas que hacer, demasiados entuertos que enmendar, demasiadas tareas que cumplir. No el amor, el deber me ha conducido a Ti. Y ahora, a deshora, caigo en la cuenta de que perdí la vida, salvo que Tú le des, después de terminada, algún sentido”. Esta confesión es escalofriante. Quizá también nosotros tengamos que reconocer que muchas veces hemos vivido una religión del deber y no tanto del amor. Nos hemos dejado dominar por el “debes hacer esto”, “debes ser esto”, cuando a lo que Jesús nos invita es solo a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. No se trata de hacer muchas cosas, ni siquiera en nombre de Jesús, sino de amarlo a él y en él a todos.
La Semana
Santa es una oportunidad de oro para volvernos a la religión del amor, para
contemplar a Jesús que muere y resucita por amor, para contemplar a María que
permanece junto a la cruz de su hijo por amor, para contemplar a las mujeres
que van al sepulcro de mañana por amor. El único deber que tenemos es amar. Todo
cambia. A Judas y a Pedro les costó entender al Maestro. Por eso, lo vendieron
o lo negaron. Como nosotros.
Quien lo desee, puede ver el capítulo dedicado al papa Luna en el siguiente vídeo. Si se desea más calidad se puede pinchar aquí. La oración que he citado en la entrada de hoy dura algo más de tres minutos. Discurre aproximadamente entre el minuto 3:15' y el minuto 6:30'.
TE ESPERAMOS EN EL
ENCUENTRO
ZOOM DE SEMANA SANTA
DE LOS LECTORES DE EL RINCÓN DE GUNDISALVUS
Tema: SUS HERIDAS NOS HAN CURADO (Preparación para el Triduo Pascual)
Fecha: Miércoles,
31 de marzo a las 18:00 (hora de Roma y de Madrid)
Para unirte a la reunión Zoom basta con que pinches aquí:
https://us02web.zoom.us/j/81059112438?pwd=bmc4MU83RG5xd0kvR1VkNkVMOU1HUT09
Cuando estás contemplando el final de vida de personas conocidas, leer esta oración, interpela, sacude… Ayuda a darnos cuenta de la brevedad de la vida y de cómo podemos llegar al final sin tiempo para lo esencial…
ResponderEliminarGracias Gonzalo por ayudarnos a entrar en esta Semana Santa en profundidad y como escribes ayudarnos a descubrir que “La Semana Santa es una oportunidad de oro para volvernos a la religión del amor”.
Entre nosotros no ha habido tiempo para el amor. Teníamos demasiadas cosas que hacer, demasiados entuertos que enmendar, demasiadas tareas que cumplir. No el amor, el deber me ha conducido a Ti.
Dices que: Quizá también nosotros tengamos que reconocer que muchas veces hemos vivido una religión del deber y no tanto del amor y yo añadiría que también del miedo.
Me da confianza cuando dice: “Y ahora, a deshora, caigo en la cuenta de que perdí la vida, salvo que Tú le des, después de terminada, algún sentido”. Me hace bien darme cuenta de que, Él, al final de la vida puede transformarla y darle este nuevo sentido…