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martes, 16 de marzo de 2021

Nunca me dejarás solo

Las aguas políticas bajan revueltas en España. Cada día nos llevamos un nuevo sobresalto. Por si la pandemia no fuera suficiente, añadimos otros ingredientes de riesgo. Está claro que nos gustan las emociones fuertes. En Italia empezamos ayer un nuevo confinamiento que durará hasta el 6 de abril. Personalmente no lo noto demasiado porque me he acostumbrado en el último año a trabajar en casa. 

Mientras, la Cuaresma sigue su ritmo. Yo aprovecho un tiempo antes de dormir para releer La montaña de los siete círculos, la célebre obra autobiográfica de Thomas Merton (1915-1968). Me sorprenden muchos de sus análisis sobre la crisis de los años 30 del siglo pasado porque arrojan mucha luz sobre lo que nos está pasando hoy. Merton es particularmente agudo cuando desenmascara las falacias de su impostado comunismo juvenil. Lo que más me atrae, sin embargo, es su tortuoso proceso de conversión al catolicismo. Su experiencia ha iluminado a muchas personas que en las últimas décadas se han preguntado a fondo por el sentido de la vida. Me gusta el camino de Merton porque no es rectilíneo. Está lleno de curvas y accidentes. Refleja la compleja experiencia espiritual de un hombre del siglo XX. Murió con solo 53 años. No sé qué rumbo hubiera tomado su vida de haber vivido hasta los 80 o 90 años.

Buceando en los archivos de nuestra Curia General, me he encontrado con dos cartas que Thomas Merton escribió al claretiano Arcadio Larraona desde la abadía trapense de Kentuchy, Estados Unidos. Están escritas en francés (lengua que Merton dominaba) y a máquina. La primera está datada el 17 de febrero de 1954. En ella le pide al P. Larraona (entonces Secretario de la Congregación de Religiosos) que le escriba un prólogo para la edición italiana de su obra The Ascent to Truth (Ascenso a la verdad). Entre otras cosas, le dice: « J’espère que comme compatriote de Saint Jean de la Croix vous n’hésiterez pas à lui concéder le titre par excellence de Docteur Mystique pour toute l’Eglise » (Espero que como paisano de San Juan de la Cruz no dudéis en concederle el título por excelencia de Doctor Místico para toda la Iglesia). De hecho, San Juan de la Cruz había sido ya declarado Doctor de la Iglesia por Pío XI en 1926. El P. Larraona accedió a escribir el prólogo de la edición italiana de la obra de Merton, texto que también se conserva en nuestros archivos. 

Hay otra carta del 24 de agosto de 1955, en la que Merton le expone la crisis personal que estaba viviendo y le solicita algunas clarificaciones. El P. Larraona le responde en italiano (lengua que también Merton conocía) con otra carta de dos páginas. Como dato curioso, introduce en ella dos citas en castellano de San Juan de la Cruz, a quien Merton admiraba mucho, como se ha podido comprobar en la carta anterior. Son dichos muy conocidos: “Si santo has de ser, los frailes te han de hacer” y “Hombres dejé, hombres encontré”. Con ellas quería hacerle ver que la vida comunitaria no siempre es el lugar idílico que uno imagina, sino un verdadero taller en el que tenemos que aprender a asumir las propias limitaciones y las de los demás. 

Si a veces nos sentimos desorientados en nuestro camino cuaresmal, nos puede ayudar esta oración escrita por el propio Thomas Merton. Es una fuerte invitación a la confianza porque el Señor siempre está con nosotros. 


ENGLISH

ESPAÑOL


My Lord God,

I have no idea where I am going.

I do not see the road ahead of me.

I cannot know for certain where it will end.

nor do I really know myself,

and the fact that I think I am following your will

does not mean that I am actually doing so.

But I believe that the desire to please you

does in fact please you.

And I hope I have that desire in all that I am doing.

I hope that I will never do anything apart from that desire.

And I know that if I do this you will lead me by the right road,

though I may know nothing about it.

Therefore, will I trust you always though

I may seem to be lost and in the shadow of death.

I will not fear, for you are ever with me,

and you will never leave me to face my perils alone.



Dios mío,

no tengo ni idea de a dónde voy.

No veo el camino que tengo por delante.

No puedo saber con certeza dónde terminará.

ni tampoco me conozco a mí mismo,

y el hecho de que crea que estoy siguiendo tu voluntad

no significa que realmente lo esté haciendo.

Pero creo que el deseo de complacerte

de hecho, te complace.

Y espero tener ese deseo en todo lo que hago.

Espero no hacer nunca nada fuera de ese deseo.

Y sé que si lo hago tú me guiarás por el camino correcto,

aunque yo no sepa nada de él.

Por eso, confiaré siempre en ti, aunque

aunque parezca que estoy perdido y en la sombra de la muerte.

No temeré, porque tú estás siempre conmigo

y nunca me dejarás solo ante mis peligros.

 

 

2 comentarios:

  1. Gracias Gonzalo. La principio de la pandemia empecé La montaña de los siete círculos, pero lo dejé a la mitad porque se me cruzaron lecturas de otros contemplativos. Tus comentarios me animan a retomarlo.
    Larraona debió ser un hombre muy interesante. No sé si escribiste alguna vez sobre él en este rincón. Si no, estaría bien que nos ilustrases sobre él alguna vez :)

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    1. Hola, Tino. Si quieres saber algo más de Larraona, puedes visitar: http://www.itercmf.org/biografias-claretianas/arcadio-maria-larraona-saralegi/

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