Desde ayer por la tarde estoy dando un curso online. Unas 12 horas en total. Hoy no eres nadie si
no das o recibes un curso online. Desde que empezó la pandemia se ha puesto tan
de moda la plataforma digital Zoom, que muchos empezamos a estar un poco
“zoombados” (o sea, personas “locas, de poco juicio”, que así es como
define la RAE el término “zumbado”). Como me dijo hace un par de días con un
poco de guasa un amigo mío que vive en Chicago, la eclosión digital nos ha
obligado a cambiar el viejo dicho cartesiano. Ya no decimos “cogito, ergo
sum” (pienso, luego existo), sino “cogito, ergo zoom” (pienso, luego
utilizo la plataforma Zoom). El secreto consiste en dosificar los
tiempos y las intervenciones para que las clases no resulten pesadas. Procuro
alternar las presentaciones power point, los vídeos de dos o tres
minutos, las explicaciones a cámara, las reuniones por grupos en cinco salas
virtuales y los diálogos entre todos. Así sobreviví la tarde de ayer y pienso
seguir haciéndolo a lo largo de la jornada de hoy.
El tema del curso tiene
mucho que ver con lo que estamos viviendo. Se titula “La pandemia, metáfora
y oportunidad”. Tras una larga introducción en la que me pregunto qué nos
está pasando, abordo cuatro contenidos fundamentales: 1) Las máscaras y las
mascarillas (el desafío de la autenticidad); 2) El confinamiento (el
cultivo de la soledad y la interioridad); 3) El distanciamiento social
(las nuevas formas de fraternidad); y 4) La eclosión virtual (una
oportunidad para la creatividad pastoral). Quedan fuera otras muchas cuestiones
que he ido abordando en este Rincón en los últimos diez meses: el
impacto de la “muerte robada”, el arrinconamiento de los ancianos, las
repercusiones en la economía y el trabajo, el aumento de los desequilibrios
emocionales, etc.
Es curioso que la
campaña de vacunación, largamente esperada, haya coincidido con el repunte de
la
“tercera ola”, como si la pandemia se hubiera empeñado en no abandonarnos
fácilmente. Las cifras de contagios y muertos que están registrando la mayor
parte de los países europeos superan a las de la primera ola. La diferencia es
que ahora parece que le hemos perdido el miedo al virus o no nos dejamos
asustar por las llamadas a la precaución con las que nos bombardean día y noche
los políticos y los medios. Creo que hemos entrado ya en esa fase en la que,
superado el umbral de la atención, nos da casi igual diez que ciento. Si no, no
se explica este fuerte rebrote invernal. Es un momento delicado. El cansancio
acumulado puede hacer que tiremos la toalla. Quizá la estrategia mejor pasa por no
poner tanto el acento en lo que hacemos mal y en los peligros que se ciernen
sobre nosotros si no cumplimos las normas, cuanto en una invitación a luchar contra
el virus fortaleciendo nuestro sistema inmunológico. Y lo mismo podría decirse de nuestra vida en general. Cuanto más nos fortalecemos espiritualmente, mejor podemos combatir los muchos virus que amenazan.
Precisamente ayer me llegó
por WhatsApp un texto que apunta en esa dirección. Desconozco su autoría. Lo transcribo
íntegro, a sabiendas de que una cosa no quita la otra. La promoción de hábitos
saludables de vida debe ir acompañada de medidas de contención. Lo que importa
es que el miedo no se apodere de nosotros.
👉¿POR
QUÉ NO INFORMAN PARA SANARNOS?
¿A
qué hora se le ha explicado a la población que cada uno tiene la capacidad de
reforzar naturalmente su sistema inmunológico en pocos días (los más pequeños)
o en pocas semanas los adultos?
👉¿Por
qué no involucrarse en los canales informativos con plataformas y profesionales
de salud que hablen de prevención, como nutricionistas, naturópatas,
fitoterapeutas, que podrían realizar un inmenso trabajo de información y
prevención al público y a la vez aligerar el trabajo de los médicos y
sanitarios que están en el frente?
👉¿Por
qué no decirle a la gente que comer basura, como productos industriales,
trabajados y refinados, es lo primero que destruye nuestras defensas inmunes?
🍎 Que la eficacia de nuestro sistema
inmunológico depende estrechamente de la calidad de nuestra flora intestinal y,
por lo tanto, de la calidad de lo que comemos.
🍏 Por lo tanto, frutas y verduras crudas,
locales y de temporada son la mejor manera de acumular rápidamente nuestras
reservas minerales necesarias para la inmunidad...
👉¿Por qué no explicar que por ejemplo un ayuno
intermitente controlado fortalece el sistema inmunológico en tan solo 3 días?
🌞 Que una correcta respiración tiene la
capacidad de reducir niveles altos en producción de cortisol, hormona
reguladora de tus niveles de estrés.
👉¿Por
qué no hablar de los beneficios de una ducha fría o un baño en el mar, que en
pocos días aumenta el nivel de algunos linfocitos T?
👉¿Por
qué no explicar que plantas como la equinácea, el astrágalo, el saúco, la rosa
canina, la artemisa... en sus formas concentradas y correctas, aumentan las
defensas inmunes en pocas semanas?
👉¿Por
qué no hablar de la eficacia de los aceites esenciales antivirales...
👉... además de la vitamina C a dosis altas, la
importancia de la vitamina D y minerales como el zinc, selenio, magnesio? Todo
ello es fácil y barato de obtener. En ocasiones, como en el caso de la luz
solar, ¡gratuito!
👉¿Por
qué no hablar de cómo una sana actividad deportiva activa las hormonas de la
alegría y el bienestar?
👉¿Por
qué no hablar de la importancia de la calidad de nuestros pensamientos y de la
conexión entre la mente y el cuerpo?
👉¿Por
qué no hablar de la fortaleza del amor y la compañía, que curan mucho más que
el aislamiento y la desconfianza?
👉¿Por
qué no hablar del bienestar inmediato que nos da caminar o estar en la
naturaleza?
👉¿Por
qué no explicar que el miedo es inmunosupresor? Y genera, más que nada: enfermedad,
debilidad, ansiedad, sufrimiento.
Excelente articulo, estoy de acuerdo en todo. Pero de esto no nos hablan los expertos como siempre mandan los intereses economicos.
ResponderEliminarGracias Gonzalo. Haces una labor impagable. Gracias por tu gratuidad. Un abrazo.
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