En un domingo
como hoy, mientras oigo la lluvia que cae sobre Roma incesantemente desde la
pasada noche, mi meditación se convierte en oración:
- Consuela, Señor, a quienes, tras casi un año de insidiosa pandemia, han perdido a algunos seres queridos sin poder despedirse de ellos como hubieran deseado. No permitas que su recuerdo esté lleno de amargura. Hazles ver que Tú los has acogido en tu seno y que, en Ti, pueden entrar en comunión invisible con ellos.
- Consuela, Señor, a quienes han perdido su trabajo y atraviesan una situación económica muy precaria; sobre todo, a aquellos que sienten la impotencia de no poder atender a las necesidades de su familia. Activa la solidaridad de todos nosotros para que nadie se quede sin lo necesario.
- Consuela, Señor, a las personas ancianas que se han visto calificadas durante este año como “personas de alto riesgo” y a menudo han sido aisladas sin consideración a sus imperiosas necesidades afectivas. Haz que encontremos nuevos modos de relación para que no se sientan solas y pronto puedan experimentar la terapia de los besos y los abrazos.
- Consuela, Señor, a las muchas personas que ven agotada su capacidad de resistencia y que han empezado a experimentar rabia, depresión, irritabilidad y miedo. Ayúdales a caer en la cuenta de que, con tu ayuda, podemos ser fuertes en la prueba, de que Tú tienes mucha paciencia con nosotros, porque no quieres que nadie perezca, sino que todos se conviertan (cf. 2 Pe 3,9).
Si algo me impresionó el pasado
viernes durante la reunión Zoom que tuvimos algunos lectores de este Rincón,
es que hay “signos de esperanza” en medio del desierto que estamos atravesando. Siempre podemos abrir los ojos y ver lo mucho
que Dios está haciendo en nuestro tiempo a través de hombres y mujeres que
saben leer la situación, no pierden el tiempo en quejas insustanciales y se
aprestan a echar una mano. Las autoridades nos invitan una y otra vez a “quedarnos
en casa” para evitar los contagios. La Palabra de Dios nos invita a “ponernos en
camino” para llevar la consolación de Dios a quien más lo necesite.
¿Cómo no escuchar en este domingo el famoso fragmento de El Mesías de Haendel basado en el texto de Isaías 40 que leemos en la primera lectura de hoy?
Me he fijado en el titulo de hoy “estamos siempre en camino”… Da la idea de movimiento… no podemos quedar parados… caminamos hacia un encuentro.
ResponderEliminarMe ha gustado y me ha sido motivo de reflexión lo que escribes: “… el Señor siempre está viniendo a nosotros y nosotros somos invitados a ir hacia él…”
Escribes también: “Necesitamos un consuelo que cambie la realidad o, por lo menos, nuestra actitud ante ella.” Lo necesitamos y creo que, a pesar de la dificultad, será más fácil cambiar nuestra actitud que esperar que cambie, por el momento, la realidad que vivimos. Gracias Gonzalo por haber convertido tu reflexión en oración y haberlo compartido... Un abrazo.