A algún humorista −creo que a José Mota− le he oído
decir que el humor es un “arma de construcción masiva”. Me gusta la expresión. Se opone al chismorreo y
la maledicencia, que son auténticas “armas de destrucción masiva”. ¿Es posible cerrar este
año 2020 con sentido del humor? Sería una forma excelsa de no dejarnos dominar
por las malas noticias. Yo he aprovechado esta mañana del penúltimo día del año para hacer
algo que nunca había hecho en los muchos años que llevo en Roma: visitar con algunos compañeros las
entrañas de la enorme basílica
del Corazón de María contigua a nuestra curia general. No ha sido precisamente una broma, pero nos lo hemos pasado muy bien. El paseo arquitectónico nos ha llevado algo más de una hora. Para quienes no conocen este inmenso templo, inaugurado el 7 de diciembre de 1952, les diré que la planta tiene una extensión aproximada de una hectárea, incluyendo las cuatro capillas laterales. Fue diseñado por el arquitecto italiano Armando Brasini (1879-1965) que le dio la forma de cruz griega y le añadió una elaborada fachada.
A lo
largo del tiempo el proyecto sufrió numerosas variaciones, sobre todo por el
alto costo de los materiales. En 1951 se terminó el tambor, que sustituyó a la
gran cúpula prevista en el proyecto, pero nunca realizada. [En la foto de la derecha se ve el diseño de cómo tendría que haber quedado el templo, según el proyecto de Brasini. Compárese con la foto del párrafo anterior, que representa el estado actual]. Yo conozco muy bien
el interior del templo. Cuando estoy en Roma, suelo celebrar en él la misa de
los domingos. Pero nunca había visitado las innumerables galerías, terrazas y
pasadizos que se esconden detrás del espacio visible. Tras el recorrido de esta
mañana, he comprendido mejor por qué fue imposible concluir este proyecto de
dimensiones faraónicas. Se trata verdaderamente de una “construcción masiva”
con una historia
compleja. Otro día hablaré del mundo que hay en el subsuelo: desde un estudio de grabación en el que Ennio Morricone grabó algunas de su famosas bandas sonoras, hasta un teatro y numerosas salas para actividades diversas.
Para llegar a la cruz que preside el tambor ha sido
necesario ascender por escaleras polvorientas de hormigón, atravesar
innumerables salones (alguno de los cuales lo usaban hace años los monaguillos
como campo de fútbol) y, por último, trepar por una delgada escalera de
caracol. Impresiona ver la ciudad de Roma desde esa altura. Para componer el
cuadro, el cielo nos ha echado una mano con un conjunto bellísimo de nubes que
han retrasado la descarga de lluvia hasta bien finalizado nuestro paseo. Desde
el tambor y desde las diversas terrazas a distintos niveles he hecho fotos
únicas. Era consciente de que no es fácil repetir la hazaña. Ver las calles
adyacentes desde esa altura permite entender mejor la estructura de nuestro
barrio pariolino. Se veía con claridad el cercano auditorio Parco della
Musica, el Estadio Olímpico,
la Farnesina
y otros muchos lugares del norte de la ciudad. La panorámica era sugestiva y
novedosa. Agarrado a la cruz que corona el tambor, he imaginado cómo luciría
esta imponente basílica si estuviera cubierta por la gran cúpula proyectada por
Brasini. Tendré que conformarme con observar la maqueta. No están los tiempos
para dispendios arquitectónicos, aunque la historia da muchas vueltas. ¡Quién
sabe si en un futuro vendrá una generación que acometa el proyecto!
Un paseo como el de hoy no se puede hacer sin una
dosis de humor. A medida que subíamos los escalones de los diversos tramos de
escalera o deambulábamos por las salas vacías, cubiertas de polvo y telarañas, recordábamos
algunas anécdotas asociadas a estos lugares. Ver el interior de una iglesia tan
descomunal como esta desde las alturas permite calibrar mejor el tamaño de la comunidad
que allí se congrega. Se necesitan cientos de personas para tener la sensación
de que hay la suficiente masa crítica. Solo en dos ocasiones he visto el templo
a rebosar: el 24 de octubre de 1992, durante la vigilia que precedió a la
beatificación de los mártires de Barbastro, y en un encuentro internacional organizado
por el movimiento de los Focolares en una fecha que no puedo precisar. En ambas
ocasiones pudieron concentrarse tres o cuatro mil personas. La nave central
casi se llena en algunas festividades solemnes. Y, sin embargo, mas allá del
número de fieles que acuden a esta imponente basílica, lo que cuenta es la
razón que les mueve. Aquí se encuentran con la ternura del Corazón de María,
representada en el mosaico que se alza en el ábside. A través de su corazón
inmaculado, encuentran a Dios. No hay arma de construcción masiva más poderosa
que esta.
Vista de la nave central desde una balconada interior |
Vista de dos de las calles que convergen en la Piazza Euclide, delante de la basílica |
Encima de la cubierta del tambor |
Vista de la Curia General de los Misioneros Claretianos desde una terraza de la basílica |
Seguimos en tiempo navideño. Dejemos que la música mantenga en vilo nuestro espíritu. Cada día iré ofreciendo un vídeo con un tema navideño. Hoy le toca el turno a la Hermana Glenda con el tema Nos ha nacido un niño.
Gracias por toda la información y fotos de la Basílica del Corazon de María... Estuve allí en esta vigilia que precedió a la beatificación de los mártires de Barbastro, Me ha ido bien recordarlo... Podemos cerrar el año con sentido de humor, aunque nos resulte difícil, haciendo un esfuerzo por ver la parte positiva y agradeciendo... Gracias Gonzalo.
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