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jueves, 15 de octubre de 2020

Mirar al frente

Recuerdo haber leído en algún libro del hermano Roger Schutz de Taizé una aplicación del funambulismo a la vida espiritual. El funambulista camina sobre una cuerda o un alambre tensada procurando mantener el equilibrio para no caerse. Si, preocupado por su estabilidad, dirigiera su mirada a los pies, es muy probable que pronto perdiera el equilibrio. Normalmente, el buen funambulista mira de frente al punto al que se dirige. Esta mirada, que parece alejarse del lugar en el que se encuentra, es precisamente la que le ayuda a dar pasos firmes.  Creo que hoy muchos de nosotros andamos por la vida como funambulistas que hacen lo indecible por no caerse del fino alambre de la vida cotidiana. Hacemos equilibrios para mantener un buen tono anímico, una economía saneada y una confianza básica en que las cosas irán mejor. Estos equilibrios ordinarios se han visto alterados por la pandemia, hasta el punto de que algunos se han precipitado en el abismo de la desesperación o temen que pueda suceder en las próximas semanas. 

¿Qué hacer para no caernos? El funambulista nos ofrece una lección que es útil para la vida. No debemos perder tiempo en mirarnos a nosotros mismos y en abandonarnos a sentimientos victimistas. Si perdemos la perspectiva de adónde queremos llegar, es fácil que no podamos mantener el equilibrio y nos caigamos. Lo esencial es siempre mirar al frente, que el cuerpo siga a los ojos. Solo cuando sabemos nuestra meta encontramos el punto de equilibrio y las fuerzas para seguir dando pasos certeros.

Hoy celebramos la fiesta de santa Teresa de Jesús. Este año se cumplen 50 años desde su proclamación como doctora de la Iglesia por el papa Pablo VI. Si ha habido una mujer que se ha visto obligada a caminar por un fino alambre, ha sido ella. Su vida estuvo llena de problemas en un siglo extremadamente complejo. Pudo haberse caído. Lo que la salvó fue mirar siempre al frente, a la humanidad de Jesús como camino hacia Dios. Nos lo cuenta en el Libro de su vida: “Con tan buen amigo presente -nuestro Señor Jesucristo-, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita”. Si estas palabras provinieran de una persona superficial, que ha llevado una vida muelle, no tendrían ningún crédito. Pero vienen de una santa que ha sido forjada en la fragua del sufrimiento, que sabe por experiencia lo que significa mantener el equilibrio cuando los vientos empujan y cuando parecen menguar las fuerzas. Solo la confianza en “tan buen amigo” (Jesús) le permitió seguir adelante y llegar a la meta.

A medida que la pandemia se alarga y se recrudece, se hace más pesada la pandemia anímica. Muchas personas pierden las ganas de vivir y se abandonan a sentimientos de derrota. O se dedican a autoexplorarse demasiado en un intento vano por mantenerse a flote. Lo esencial es alzar la mirada y contemplar el horizonte, hacer nuestras las palabras de Pablo: “Todo sucede para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28). Incluso esta pandemia puede ser vivida como gracia si confiamos en Jesús. Como dice santa Teresa, “Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero”. Ese “nunca falta” hay que entenderlo al pie de la letra. Nunca es nunca. También ahora, en esta coyuntura, está junto a nosotros, se hace cargo de nuestra situación, nos consuela y nos da fuerza y equilibrio para no caernos del alambre y seguir caminando. Os invito a reflexionar sobre estas palabras de Teresa escuchando una hermosa versión de su famoso “Nada te turbe” realizada por el sacerdote y músico italiano Marco Frisina.



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