El calor y la humedad de Santa Cruz de la Sierra no son los mejores aliados para escribir. Se supone que estamos acercándonos al invierno, pero los termómetros oscilan entre los 25 y los 30 grados. Ayer, haciendo un alto en mi visita a la comunidad claretiana, pude
acercarme al vecino santuario de la Virgen de Cotoca. No es llamativo ni espectacular, pero, como casi
todos los santuarios, tiene un poder magnético, atrae a muchas personas de la
zona y de otras regiones de Bolivia. La combinación de la Madre de Jesús y de
los pobres produce siempre frutos sorprendentes. No tendríamos que extrañarnos
demasiado. Es la lógica del Magnificat:
“Derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes”. Leo en los medios digitales que el papa Francisco
les ha leído la cartilla a los nuncios. En su encuentro con ellos les ha recordado sus deberes en una especie de decálogo. Está claro que a Francisco le gusta
regañar a los de “dentro” y adular un poco a los de “fuera”. El tiempo dirá si
esta es la estrategia correcta. Es claro que hay muchas cosas que cambiar en el
funcionamiento de la Iglesia. Lo que ya no resulta tanto es saber cuáles son
los caminos más eficaces.
Por la noche tuve
un encuentro hermoso con unos 40 laicos representantes de los diversos grupos
de la parroquia Jesús Nazareno de Santa Cruz encomendada a los claretianos. Me
pidieron que les presentara el itinerario espiritual claretiano llamado La
Fragua. Sirviéndome de una presentación audiovisual, fui desgranado sus
fundamentos, sus etapas y la manera de aplicarlo a nuestra vida actual. Después
se abrió un interesante diálogo. Un grupo de jóvenes músicos interpretó tres
canciones del folclor cruceño. Rematamos la velada tomando algunos productos
típicos y conversando informalmente. Enseguida me di cuenta de que se trata de
una parroquia viva, en la que hay multitud de expresiones de fe. Desde hace
casi tres años están restaurando el templo, declarado monumento histórico. Mientras,
celebran las misas en un gran salón de usos múltiples. Esperan que las obras de
restauración terminen antes de fin de año. Entonces llegará el momento de hacer
una nueva misión urbana que abra las puertas del templo renovado y de la comunidad
parroquial a todos cuantos buscan en el corazón de esta gran ciudad boliviana.
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