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martes, 22 de mayo de 2018

¿Buda sonriente o Cristo crucificado?

Sri Lanka es un país de mayoría budista. En cualquier calle, plaza o cruce de caminos se puede encontrar una estatua de Buda en cualquiera de las tres posturas clásicas: de pie, dormido o sentado. La más frecuente es esta última. Hay Budas de todos los tamaños: desde gigantescas estatuas asentadas en las faldas de las montañas o erguidas en las cumbres hasta diminutos llaveros. Pareciera que el país entero está cubierto por un aura de incienso y beatitud. No importa que haya terminado una cruenta guerra civil hace solo nueve años. Este es un friendly country, un país amigable que acoge con buenos ojos al extranjero, ya sea un simple turista como yo, o un peregrino u hombre de negocios. Aquí puedo presentarme como misionero católico sin que las autoridades me tachen de proselitista, como sucede en la India. Escribo estas líneas en Ballakattuwa, un enclave montañoso cerca de la ciudad de Badulla. Es un lugar tan natural que muchos trepan hasta las cumbres para respirar el oxígeno más puro del planeta. Al menos, eso dicen los guías locales. Las faldas de las montañas están cubiertas de plantaciones de té. Nuestra pequeña comunidad claretiana se dedica a acompañar a las más de 140 familias católicas esparcidas por los alrededores. Se trata en su mayoría de gente de mediana edad o anciana. Los jóvenes que pueden escapan a Kandy o Colombo en busca de mejores oportunidades de trabajo.

Pero volvamos a Buda. A un cristiano que viene de Occidente le sorprende la placidez con la que este sonriente personaje le saluda a uno desde su tradicional postura del loto. Es como si le dijera algo parecido a esto: “Tranquilo, be kind, sé amable, la vida se vive de otra manera desde la compasión y la sonrisa”. Una ola de budismo soft invade Occidente. Llega desde los cabellos grises de Richard Gere hasta las corbatas de los ejecutivos que practican mindfulness para mantener su equilibrio personal en medio de una vida estresada. Frente a esta visión serena de la vida, parece que Jesús desentona. Entendámonos, no el Jesús maestro de sabiduría y sanador (que, en este punto, puede coincidir mucho con Buda), sino el Jesús colgado de una cruz. ¿Cómo se puede comparar a un Buda sonriente con un Cristo crucificado? Hoy no estamos para mucha sangre. Reivindicamos un mundo no violento, creemos en la revolución de la sonrisa. ¡Hasta los cristianos hemos puesto de moda la misericordia y la compasión! Da la impresión de que Occidente se ha cansado de tanta cruz y se siente atraído por el Buda sonriente, las barritas de incienso, la flor de loto y la meditación a golpe de gong.

Yo mismo siento un gran respeto por la sabiduría que el budismo transmite. Como me repitió varias veces el monje budista con el que me encontré el domingo pasado en su templo, el budismo es un estilo de vida, un arte de vivir. No se rompe la cabeza con cuestiones doctrinales o dogmáticas. Simplemente, nos acompaña a lo largo de la vida hasta llegar al enlightment (la iluminación) y, si es posible, al nirvana (esa experiencia parecida al nihilismo que no hay modo de caracterizar conceptualmente). Cuando, desde estos planteamientos, contemplo el cuerpo desnudo de Jesús sobre la cruz, me pregunto por qué el cristianismo ha escogido este símbolo como expresión del amor en vez de haber difundido la imagen de un Cristo resucitado sonriente y amable, como si fuera una especie de Buda redivivo. Quiero saber qué significa la experiencia cristiana de la redención, el hecho de morir por amor. Se ha escrito mucho sobre la distinta actitud de Sócrates y Jesús ante la vida y la muerte. Algo parecido podría decirse con respecto a Jesús y Buda. Siento dentro de mí una respuesta clara, pero no me parece prudente ahora enfilar este discurso. Me limito a colocar las dos imágenes en paralelo para que cada uno de los lectores de este Rincón saque sus propias consecuencias. ¿Por qué creo en un Jesús crucificado cuando podría dejarme seducir por un Buda sonriente?

2 comentarios:

  1. Hoy se anuncia en la página de la IGLESIA NECESITADA que hay tres sacerdotes claretianos que se han "atrevido" a ir destinados a la Diócesis de BUXAR en la INDIA. Reproduzco una de las frases que ha dicho uno de estos misioneros "Al ver cómo nos ayudamos, inspiramos a otros a ayudarse, dónde hay un católico, hay paz”.
    Conecta en cierto modo con la reflexión de hoy. Un abrazo

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  2. Hola. Pues no siempre los crucificados aparecieron con gesto de dolor. Hay bastantes ejemplos de rostro sereno y alguno con una franca sonrisa. Desaparecen, aproximadamente, con la llegada del gótico, o, al menos no he encontrado ejemplos posteriores, no entrando en el arte moderno, claro, que con tal de innovar seguro que ha proporcionado diversas versiones.
    Una pregunta que me hago, a mayores de las suyas es si Roma ordenó que no se siguiera con el gesto y, también si desaparecieron con el tiempo o intencionadamente.

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