Sí, el post de ayer fue una “inocentada”. Debe
quedar claro sin ningún género de duda. Así que las paradisiacas islas Fiyi tendrán que esperar una ocasión
mejor. Lo siento por aquellos que ya habíais reservado pasaje para los próximos
meses. Otra vez será. Por lo menos, todos hemos aprendido algo sobre ese rincón de la Polinesia,
lo que nunca viene mal para enriquecer un poco nuestro bagaje geográfico y cultural. Para los lectores no hispanohablantes debo aclarar que
en España y en bastantes países de Hispanoamérica (Argentina, México, Colombia,
Venezuela, Perú, Ecuador, Guatemala, Panamá, etc.), el día 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes, es el día del año dedicado a las bromas, que
reciben el nombre de “inocentadas” por la fiesta litúrgica. En otros países
como Francia, Italia, Alemania, Finlandia, Reino Unido y, por tradición
británica, en Estados Unidos, Canadá, Australia, Brasil, Portugal, etc. se
celebra el 1 de abril, aunque con matices muy diferentes a las
“inocentadas”. A este día se lo
conoce como April Fools' Day (en
inglés), poisson d'avril (en francés),
pesce d'aprile (en italiano) o dia das mentiras (en portugués).
Aclarado el asunto, espero que no se repita nada parecido hasta el próximo año,
si Dios quiere. De lo contrario, me veré obligado a convocar una rueda de
prensa para explicar los detalles.
Durante estos días
pasados en Madrid he tenido ocasión de hacer numerosos trayectos en metro.
Reconozco que es un medio de transporte rápido, puntual y económico, aunque no
me gusta mucho viajar bajo tierra. La red de Madrid es extraordinaria. Se puede llegar casi a cualquier punto de la ciudad. En ausencia de un entretenimiento mejor, me
he dedicado a observar la fauna humana, entre la que me encontraba yo, naturalmente.
Me sorprende la habilidad de algunas personas ciegas (más hombres que mujeres)
para manejarse en ese laberinto de escaleras mecánicas, pasillos y cambios de
andén con la sola ayuda de su bastón y un extraordinario instinto. La
multiculturalidad es otro rasgo evidente. Hay muchos rostros latinoamericanos, magrebíes
y chinos, en perfecta armonía con los autóctonos, que, a su vez, son bastante
variados. Las tribus juveniles son las más alborotadoras; sobre todo, en torno
a la estación de Sol, que da acceso a los lugares más concurridos durante las
fiestas navideñas: Puerta del Sol y calles adyacentes. Me llama la atención que muchos jóvenes visten camisetas de manga
corta sobre las que se colocan, cuando salen del metro, alguna prenda ligera de
abrigo. Las temperaturas benignas de estos días favorecen este atuendo casi veraniego. En el mismo vagón se sientan una señora anciana bastante emperifollada,
un obrero de la construcción con las botas manchadas de cemento, el oficinista de
chaqueta y corbata y un grupo de jóvenes italianos que, a juzgar por su
conversación ruidosa, bien pudieran ser estudiantes del programa Erasmus. No falta una chica con
aspecto decadente que coloca un sombrero de fieltro negro en el suelo y, armada
con una guitarra acústica, ataca el Hotel
California de Eagles con un estilo
poderoso que atrae más euros de los normales en estos casos.
En medio de tantas
ideas y venidas, me he preguntado más de una vez cómo estamos viviendo cada uno
de nosotros estos días de Navidad, qué dramas se esconden tras algunos rostros
serios y desencajados, qué expectativas tienen los jóvenes tocados con ese
horrible gorro tipo Papá Noel, qué esperanzas alberga a estas alturas de la
vida esa señora mayor que le cuenta a su marido la receta de merluza que piensa
cocinar para la cena de Nochevieja. Me he preguntado, sobre todo, qué pensarán
algunos mendigos que ven desfilar a mucha gente con bolsas de regalos o
adquisiciones en las rebajas que ya han comenzado mientras ellos apenas
consiguen reunir unas cuantas monedas. En fin, que un trayecto de Argüelles a
la Avenida de América equivale a una aleccionadora meditación vespertina. Yo no
leo libros en el metro ni escucho música con el móvil. Me dedico a leer rostros
para ver si aprendo algo sobre el misterio de la vida.
Lo pasé mal y conozco a otros muchos q también lo pasaron mal pensando q te ibas tan lejos. Hubo quien pensó que era un castigo o una cacicada. Gracias por ser tan alegre y atrevido
ResponderEliminar