Comienzo la
semana con varios frentes abiertos. Hoy mismo empezamos aquí en nuestra curia
general de Roma un curso con los once provinciales elegidos en los últimos capítulos.
Esperemos que sea fructífero. Ayer domingo la jornada fue pródiga en calamidades
y atentados, como el perpetrado contra la catedral
copta de El Cairo o el cometido en Estambul. Así que la invitación a la
alegría, propia del tercer domingo de Adviento, se tiñó de sangre no solo en
Egipto y Turquía sino también en Nigeria (más de cien muertos al derrumbarse
una iglesia protestante), Somalia, etc. Aquí en Italia Paolo Gentiloni –anterior ministro
de Asuntos Exteriores– se perfila como nuevo primer ministro en sustitución del
malogrado Matteo Renzi. En fin, noticias de todos los colores para no cerrarnos
en nuestros asuntos domésticos. El otoño, por otra parte, va llegando a su fin. Por eso, además
de proveernos de ropa de abrigo (en Roma la humedad hace que la sensación térmica sea de mucho frío), necesitamos hacernos con un diccionario
de invierno que nos ayude a descifrar el significado de las palabras de
moda. 2016 ha sido un año creativo en este sentido. Hemos aprendido a usar términos como posverdad, populismo, procrastinar y referéndum, mucho referéndum (aunque en
casi todos los casos haya salido el tiro por la culata).
Cambio de tercio.
Me produce alegría alcanzar los 300 posts
precisamente hoy, 12 de diciembre. Al lector europeo quizá no le diga mucho
esta fecha, pero en América latina –sobre todo, en México– el 12 de diciembre está
marcado en rojo: es la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Una vez, en diciembre de 2007, tuve la
suerte de celebrarla en Ciudad de México. No me acerqué ese día al famoso santuario
porque hubiera sido casi imposible acceder dada la cantidad de peregrinos que
suelen acudir. Pero al caer la tarde presidí la eucaristía en un barrio
marginal. La iglesia era la calle. Como es de suponer, abundaron los cantos y
las expresiones de devoción popular. No se puede entender el alma mexicana sin
la referencia a la Virgen de Guadalupe. Sé que las discusiones no cesan: que si se
trata de un culto sincretista que mezcla la fe mariana con tradiciones
precristianas, que si san Juan Diego Cuauhtlatoatzin es un mito y no un personaje histórico,
que si no hubo ninguna aparición… No soy un experto en este controvertido
asunto, pero constato que la Virgen de Guadalupe es la madre del pueblo,
incluso de aquellos que se declaran no cristianos y aun ateos. La antropología
cultural puede decir muchas cosas interesantes. Yo me limito a levantar acta de
un hecho que he visto en México y en todos los mexicanos que he conocido. ¿Es
compatible la devoción guadalupana con los altísimos índices de corrupción y
violencia que existen en el país? ¡Evidentemente no! Quizá ahí resida el mayor desafío:
hacer de la devoción a la Madre de Jesús un camino de transformación personal y
social. No se puede llevar con una mano una vela a la Guadalupana y con la otra
empuñar un revólver o dar un sobre lleno de dinero sucio.
Sin embargo, ni
siquiera estas contradicciones anulan el efecto sanador de la verdadera
devoción que caracteriza a millones de personas; sobre todo, a las más
sencillas. Es como si, frente al desamparo en el que muchos viven, vieran en
Nuestra Señora de Guadalupe a la Madre que los protege y cuida. Algunos pueden
pensar que esta devoción no es sino una forma más de ese “opio del pueblo”
denunciado por Marx. La mayoría ve una expresión genuina de fe y de confianza.
Desde aquí envío un saludo muy cordial a todos mis amigos mexicanos y a cuantos
siguen este blog desde diversos rincones de Latinoamérica y de Filipinas.
También la devoción a la Virgen de Guadalupe arraigó en el archipiélago asiático, como he tenido ocasión de comprobar hace pocas semanas. El papa
Francisco, que es y se siente latinoamericano, celebrará esta tarde, a las 6,
una misa en san Pedro con los muchos mexicanos y latinoamericanos que residen
en Roma y con todos aquellos que sienten una especial devoción hacia Nuestra
Señora de Guadalupe, la mujer del Tepeyac. Os dejo con una interpretación del
famoso himno a la Guadalupana.
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