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jueves, 5 de mayo de 2016

Un poco de provocación no viene mal

Hay imágenes que necesitan pocos comentarios, Hoy os propongo dos de Agustín de la Torre, un dibujante y diseñador sevillano que consigue hacernos ver "la otra cara" de muchas realidades que tienen que ver con la fe y la religión. Reconozco que a algunos les pueden resultar hirientes. Yo creo que son solo provocativas.

La primera no es muy frecuente, pero es la que muchas personas tienen cuando piensan "en los obispos y los curas": personas que andan despreocupadas de los asuntos comunes (buscar trabajo, conseguir una vivienda, pagar la comida, etc.) y que además viven come un papa, expresión italiana que admitiría múltiples versiones en español, algunas un poco malsonantes.

Más allá de las imágenes colectivas, que casi siempre parten de experiencias reales, la viñeta pone el dedo en la llaga: un pastor no puede estar lejos de las preocupaciones de las personas a quienes acompaña. No es suficiente vivir con austeridad; se requiere algo más profundo y transformador: interés, cercanía, compasión.



La segunda alude a otra experiencia que muchos creyentes y buscadores tienen: ¡Hay que ver cómo complica la Iglesia la relación con Dios! Cuando uno lee el Evangelio se siente atraído por la profundidad y sencillez de Jesús. Para seguirle se necesita muy poco: una llamada por su parte y el deseo de ir tras él por parte de los llamados. Para celebrar la Eucaristía, basta un poco de pan y vino sobre una sencilla mesa. ¿A qué vienen esos recargadísimos retablos barrocos que parecen ocultar más que mostrar a Jesús?

La viñeta no desprecia el arte magnífico que nos han legado las generaciones pasadas. Una comunidad de 1.200 millones de católicos necesita catedrales románicas, góticas, barrocas y modernas, un Código de Derecho Canónico, un misal, un leccionario y otras muchas mediaciones, pero ninguna debe opacar y menos sustituir la única experiencia que nos hace cristianos: el encuentro personal con Jesús.

1 comentario:

  1. Asi de claro y sencillo es el mensaje y la misión y obligación del cristiano. Y, por supuesto, muy dificil porque las cosas de este mundo y nuestro interior, nuestra masa, nos hacen fallar tanto que solo pensando en la Misericordia de Dios y en su capacidad de perdonarnos nos anima a seguir intentándolo a cada fallo. Y los fallos son continuos.

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