Acaba de empezar
la campaña para el referéndum
sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. La pregunta a
la que tendrán que responder los votantes británicos el próximo 23 de junio
será esta: Should the United Kingdom
remain a member of the European Union or leave the European Union? (¿Debe el
Reino Unido continuar siendo miembro de la Unión Europea o debe dejar la Unión
Europea?). Por ahora, los partidarios de la permanencia y los de la salida
están muy igualados. Las personas con las que he hablado en los últimos días creen
que a última hora vencerán los partidarios de seguir en la Unión Europea, pero
las cosas no están tan claras. En principio, los únicos partidos que hasta
ahora se han posicionado claramente en contra son el Partido Unionista Democrático,
el Partido Unionista Tradicional y el Partido de la Independencia del Reino
Unido. El Partido Conservador está dividido. Su líder, David Cameron, apuesta
por la permanencia (la de UK en la UE y la suya como primer ministro).
Es claro que muchos
ciudadanos británicos no acaban de sentirse europeos. Cuando hablan de Europa
se refieren al “continente”. Su carácter insular los aísla geográfica y
culturalmente. No se trata solo del hecho de conducir por la izquierda, medir las
distancias en millas, tener una versión propia del cristianismo (el
anglicanismo) o de no adherirse al espacio Schengen. La diversidad ha
configurado una extraña manera de ser. Por una parte, la mayoría de la
población quiere a toda costa preservar el carácter British (We are different),
seguir siendo súbditos de Su Graciosa Majestad, con todo lo que esto implica. Pero, por
otra, saben que en un mundo globalizado son necesarias las alianzas para poder
subsistir. Por eso, quieren ser miembros de la UE como Frank Sinatra: “a su manera”.
Esto, como es natural, irrita a otros socios, especialmente a Alemania y Francia. Muchos británicos se sienten
afectivamente más cerca de América (es decir, de los Estados Unidos) que del
continente. Quisieran establecer con la “hija independiente” (que ha llegado a
ser mucho más poderosa que la madre) una alianza de especial fraternidad.
Sigamos juntos |
Sea cual fuere el
resultado del referéndum, no es concebible una Unión Europea completa sin su
alma anglosajona, por más que ésta resulte un poco insumisa e incómoda. Es verdad que los
males de la UE se han agudizado en los últimos años. Es verdad que hay dos
posturas enfrentadas: la de quienes aspiran a una Unión minimalista (liderados por el
Reino Unido) y la de quienes desearían caminar hacia los Estados Unidos de Europa.
Pero la verdad más evidente es que nunca ha habido en el espacio europeo un
tiempo tan prolongado de paz, derechos civiles y prosperidad económica. Este
solo hecho justifica con creces la existencia de la Unión. Quizá el referéndum británico
ayude a corregir algunos errores y a enderezar el rumbo. No hay mal que por
bien no venga.
Creo que al final será la cuestión económica la que incline la balanza. Europa camina despacio pero camina. Cosas como el Digital Single Market pueden convertir a más de un unionista "de salón". Me da a mi que será la señora Libra la que vote...
ResponderEliminarSí, creo que los motivos económicos casi siempre son los que acaban inclinando la balanza. Y más en un pueblo tan pragmático como el británico.
EliminarCreo que al final será la cuestión económica la que incline la balanza. Europa camina despacio pero camina. Cosas como el Digital Single Market pueden convertir a más de un unionista "de salón". Me da a mi que será la señora Libra la que vote...
ResponderEliminarYo creo que su voto se inclinara hacia el sí a Europa, creo que es un camino seguro a pesar de los tiempos
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